De cuando la primera vez que me comí un bocadillo de carne

DE CUANDO LA PRIMERA VEZ QUE ME COMÍ UN BOCADILLO DE CARNE

También para los lectores del foro huevo loco.

Hoy cuando al pasar por una calle he visto tirado junto  al contenedor de basura una hamburguesa entera, y un bocadillo de jamón a medio comer me he acordado de cuando me comí el primer bocadillo de carne.

Atravesaba a pié el Marruecos que hacía pocos años había dejado de ser español. La bicicleta con la que me había escapado del internado, después  de tantos kilómetros y sin recambios a mano, hacía tiempo que la había abandonado junto a la siempre desierta carretera de tierra y polvo amarillo. Algún que otro vetusto y renqueante camión del tiempo de la guerra pasaba de tanto en tanto atiborrado de carga y de gentes subido y amontonados hasta en la cabina. Me dirigía hacia la Oujda frontera con Argelia en donde los franceses daban trabajo y porvenir. No pasaba sed, pues llevaba una botella que llenaba en las fuentes, muy difícil de encontrar de los villorrios y aldeas por donde pasaba. Mi aspecto moreno sucio y con ropas muy gastadas me hacía parecer uno de tantos de aquellos morillos que vagaban por aquellas desoladas tierras.

Fue antes de llegar a Zeluan en donde aún permanecían allí los tercios de legionarios, su imponente castillo,  y toda la vida de comercios que crecía a su alrededor. Al camionero que veía por primera vez en mi vida  a la entrada del bar, no le conocía de nada, pero al verme allí en la puerta parado y sin saber que hacer, algo le dijo que yo era compatriota suyo y me invitó a entrar. Era de Melilla, y venia como casi todos los camioneros de entonces a traer pescado a los pueblos del interior, y no le hizo falta preguntarme si había comido, porque enseguida encargó al hombre de la barra dos bocadillos de carne. Bebí cerveza, quizás por segunda o tercera vez, pero la vista de aquel bocadillo todo lleno de apetitosa carne nunca lo olvidaré, no la había visto nunca pues las monjas aquellas de mi forzada reclusión y que vivian de la caridad solo nos daban para comer arroz hervido, patatas, garbanzos y carne de pollo pero en Navidad, así que aquel manjar duró muy poco frente a mí. Después hablamos de todo, y nos reímos cuando aquel camionero me contaba de cuando enterraba una vieja radio debajo de la arena y los moros que se acercaban por la música creía que era brujería. O de una vez que loe esperaron en una cuesta cuando el viejo camión casi se detenía por la pendiente  para robarle. Con aquel  viejo Forson que se paraba cuando se le calentaba la bomba  de la gasolina, me acercó hasta donde pudo, después en Oujda, en la frontera cogí el tren hasta Oran, encontré trabajo en la limpieza  de un Liceo, y estuve allí, y hasta me quedé cuando los Franceses le dieron la independencia a los Argelinos, saludé en la Avda Front de Mer al su primer presidente  Ben Bella y después  de su golpe de estado a Bumedihan. Después embarqué para Francia en donde viví el Mayo Francés y desde entonces ya no paré, embarcado en buques mercantes,  de trotar por el mundo, pero ya nunca olvidé, ni olvidaré jamás el sabor de mi primer bocadillo de carne.

Rocinante