Viviendo el futuro que me encuentro por la vida

Ayer me di cuenta de que estoy en el futuro, si, en aquel que leía en los tebeos de mi niñez, pero no en aquellos años del 2.000 donde los coches volaban, sino que ahora son los drones los que vuelan, hacen de taxis en Japón y desde el cielo sirven para cosas antiguamente inimaginables.
Pero todo empezó por la mañana, cuando fui a repostar a la gasolinera de costumbre y, que había cerrado durante la pandemia, pero que aun hoy, estando cerrada habían instalado una máquina que hace todo el servicio sin necesidad de ningún operario. Me acerqué con recelo ante lo desconocido, y al notar mi presencia, el artilugio se encendió y  me preguntó en qué surtidor iba a echar el carburante, se lo dije, y después me preguntó la clase de gasolina que quería, se lo dije  y después me invito a meter el dinero el que quería en la ranura encendida porque ella luego, y cuando metí la manguera en la boca del depósito del coche, automáticamente me dispenso los litros que resultaban de la cantidad en Euros que había metido en su ranura, y al finalizar, hasta me dio las gracias, y me deseo un buen día.

Atónito me había quedado, pero al mediodía cuando vamos a comer a un japonés,  mi sorpresa fue el ver que no había camareros, y que en su lugar unos robots yendo de un lugar a otro, y en los  que su cuerpo estaba convertido en varios estantes, pregunto y me dicen que ahora no hay camareros, que ellos me servirían. Efectivamente, escaneamos con el móvil el código QR de la mesa para saber el menú, pero el robot después de saludarnos con unas buenas tardes con acento nipón, nos avisa de que le podemos pedir lo que queremos, y su cabeza que era la de un dibujo animado se convierto en una imagen del menú del restaurante, los que iban conmigo ya lo sabían, y esperaban darme una sorpresa como así paso.
Empezaron a digitalmente pulsando en la imagen a encargar la comida, al final el robot se marchó desapareciendo al final del comedor para volver cruzándose con varios iguales como el que iba y venían con sus encargos. Cuando llego con su carga de platos, solo tuvimos que retirar la comida de sus compartimientos, dio las gracias y desapareció nuevamente.

Luego al pagar más de lo mismo de este futuro al que llego a tiempo de conocerlo, fuimos a una máquina del local, y solo arrimamos a un lector el móvil y digitalmente pagamos la suma que se debía, y no hubo que teclear como antes el número, o el pin de la tarjeta, sino que automáticamente se hizo la operación de pagar.

Alucinado me quede, y aún lo estoy, pero pensando que este futuro quita muchos puestos de trabajo, y de relación humana.

Saludos