PANICO EN EL PARKING

Si no quieres que te copien la autoría, te hagan plagio  de tus obras, simplemente hay que registrarlas en el colegio de autores de tu ciudad, y así puedes demandar a quien se haga dueño de algo que no es suyo. Tengo repartidos por la Red, muchos, demasiados relatos cortos de mi colección de unos doscientos, y no lo se, pero seguro que algunos endaran por internet, sobre todos de estudiantes que me lo pidieron para sus exámenes de Literatura. Quizás ninguno de ellos valdrá el trabajo de su registro, pero es mejor asegurarse para evitar problemas.        

PANICO EN EL PARKING

Bajaba al aparcamiento subterráneo esa noche con una aprensión que se fue convirtiendo en miedo intenso cuando descendía por aquellos escalones mal iluminados y desiertos.

No era para menos, desde que una banda de culto satánico merodeaba por el barrio, y que entre los coches aparcados se habían encontrados restos humanos y de misas negras, poca gente bajaba por allí de noche, y si lo hacían de día procuraban ir acompañados.

Un intento de violación a una confiada conductora y que se libró del ataque sexual gracias a su ágiles piernas, hizo de aquel agujero algo temido por los conductores que a diario, y a la fuerza, tenían que visitarlo  Y la verdad era que aquello estaba muy desierto. Dos pisos bajo tierra, con capacidad para unos cientos de coches, ninguna vigilancia, y muy poca casi nula iluminación, hacían del lugar un agujero siniestro.
Había retrasado al máximo mi bajada a aquella especie de catacumbas, pero el coche abandonado a su suerte, pedía una mínima ojeada de atención, al menos para limpiarme el mucho polvo que acumulaba.

Los coches dormidos, como cuerpos alineados en una formación lúgubre se sucedían a mi paso, y mí sombra distorsionada y reflejada en las paredes, se movía ajena a mis movimientos formando siluetas extrañas y amenazantes.
De pronto un ruido sordo atronó en el intenso silencio del lugar, quedé helado, firme y rígido, a la expectativa de alguna inesperada aparición, pero no, esta vez era el gato negro y tuerto del parking, que se había subido de un salto  al capó de un coche y que me miró al pasar con su único ojo brillante y amenazador.
Llegado al fondo de la sala, frente a mi vehículo y sin ganas ni de limpiarlo, me di la vuelta deseando salir de aquella ratonera maléfica, cuando unos ruidos me llegaron de lejos, pero que se hacían más intensos y sonoros cuando más me acercaba a unos coches del otro extremo  de la nave.

¿Que seria aquello? me preguntaba, el ruido provenía del interior de unos de los coches perdidos en la semioscuridad, me acerqué con sigilo y con miedo y con espanto vi. una cabeza que se movía y unos brazos que parecían agredir a un cuerpo oculto a mi vista.

Gemidos, ayes, de una garganta femenina, y una respiración agitada me llegaba claramente. estaban agrediendo a una chica, si era él ataque de un violador había que salvarla a toda costa. Entonces, sin vacilar, con un valor desconocido aporreé la puerta del coche e hice intentos para abrirla, grité y amenacé, porque había que salvar a aquella chica de aquel malvado.Se resistía la puerta y el tumulto del interior pareció desparecer. ¿La habría matado ya? me pregunté.

De pronto el cristal de la ventanilla del conductor se bajo por la que pareció una cabeza de hombre despeinada que me dijo con cara hosca y crispada.
¿Es  que no se puede echar un Kiki aquí con tranquilidad o que!

:affraid: