Vivir la vida.

Nietzscheano escribió:

Nietzscheano escribió:Meditando sobre este asunto me vino a la mente un caso que ejemplifica lo que estaba cavilando mejor que cualesquiera palabras de las que pueda valerme.

El Rey Creso fue el último soberano de Lidia, un antiguo reino de Asia Menor que cayó en el siglo VI A.C. Este soberano acumuló muchísimas riquezas y creía ser el hombre más dichoso sobre la faz de la tierra. Creso al ser visitado por el célebre gobernador de Atenas Solón, le preguntó "cuál creía que era el hombre más dichoso"; Solón contestó que el hombre era pura contingencia y mencionó algunos nombres de hombres ya muertos que vivieron tranquila y gozosamente. Creso se indignó porque Solón no lo incluyera en su lista pero cayó en cuenta del sentido de las palabras de Solón algunos años después cuando el reino cayó a manos de los persas y él vio derrumbarse todo lo que había creado y tenido.

En la mañana estaba a punto de entrar a una conferencia y me dio tiempo apenas para dejar por acá la anécdota.

Lo que quería ejemplificar es que si bien la causalidad es reina de todo fenómeno y podemos trabajar sobre nuestro pasado y presente para mejorar el futuro, la vida "es pura contingencia". Pienso que con esta invectiva en mente no habría una respuesta negativa a la pregunta, el problema está en los infelices, en los controladores, en los escrupulosos y en general en todos los que buscan cualquier mínimo detalle para aborrecer o minimizar su existencia o en el lado opuesto los fantasiosos, los religiosos y los ilusos que pretenden realzar la existencia ante cada acción trivializando el hecho de estar vivos. Ni muy muy, ni tan tan. Hay, siempre las habrán, desdichas grandes en la vida pero sólo la muerte no tiene remedio. Incluso para un pesimista y desesperanzado como yo, es fácil aferrarse a la vida ante pequeños detalles, tal vez triviales para otros pero que no nos dan otra cosa que la satisfacción y la sensación de en definitiva estar vivos.

Esto lo escribí hace algunos años, en momentos oscuros y difíciles, pero denota cuanto me aferro a la vida, como me agarro de ella con las uñas:

"Quería celebrar este chance de estar vivo y respirando escribiendo algo pero no va a ser más que una promesa vacía e insulsa de no llevar este cuerpo, recuerdo de mi propia mortalidad, hasta casi el abismo. Nuevamente, otra vez, una vez más al abismo. Promesas torpes de no taladrar más este, antes hermético, cuerpo. Lleno de huecos ahora. Fugas de vida. Recuerdo de mi propia mortalidad.  Este chance de poder vivir y respirar quisiera celebrar. Pero esta vez no sólo viviendo y respirando o escribiendo promesas tontas o experiencias que me han tenido y me tienen al borde de seguir siendo eterno pero sin la eternidad de mi cuerpo, sino haciendo algo más, sosteniéndome y quedándome en este recuerdo de mi propia mortalidad. Si tan sólo este dolor fuera real.  Si tan sólo fuera real, lo lograría. El verdadero dolor me haría apreciar el regalo de ser eterno, de ser eternos mi cuerpo y yo, el valor de ser consciente de mi propia mortalidad gracias a mi cuerpo. De no ser solamente la fuerza que mueve cualquier materia sino de ser la fuerza que mueve esta materia que soy y que me hace elegir estar aquí justo ahora. Querer sostenerme, quedarme dentro. Si tan sólo este dolor fuera real.  Si tan sólo este dolor fuera real no estaría aquí culpándome de la oquedad de mis promesas, no quedarían las negligencias en el olvido, en mi propio olvido. No estarían este cuerpo ni esta mente sintiendo... esto que sienten, esto que sienten que no es dolor real. El dolor real sería un revés al estado de corrupción en que yazgo. Si tan sólo este dolor fuera real elegiría sostenerme en este cuerpo, mi cuerpo, recuerdo de mi propia mortalidad y no caminaría las sendas que me conducen a la sima que lleva al agujero por el cual la vida se escapa.  Si tan sólo pudiera elegir quedarme y cumplir mis promesas... entonces aplacaría este dolor que parece ser tan sólo una ilusión."

Perdón si me alejé un poco de la pregunta inicial del hilo, me puse a cavilar y me explayé meditando sobre la vida. Me parece que tal pregunta no cabe, no pienso que sea algo que se debe preguntar sino algo que se debe afirmar: Estoy viviendo la vida que me quiero porque es la única que tengo, no puedo querer otra en función de la pura contingencia que eso representa. La única vida dichosa completa y digna de ser juzgada es la que ya se vivió y punto. Una vida inconclusa no puede ser juzgada, nuestra vida no puede ser juzgada.

Ando falto de práctica por la ausencia prolongada que he tenido, espero haberme explicado lo suficiente. Les debo un hilo en donde les cuente lo sombrío y duro que ha sido este último mes.

Saludos.

zampabol escribió:"Desnudo nací, y desnudo me iré".

¡¡Esa es la visión de un optimista!!  

Nietzscheano escribió:Así rapidito que las labores me llaman.

Siempre he percibido el pesimismo como un motor. No sé si de pronto no sea pesimismo lo de mi forma de ver la vida o si haya que llamarlo de otra forma pero de momento dejémoslo con ese nombre. El pesimismo y la falta de esperanza me resultan potenciadores de acciones, el pesimista no se esconde detrás del ostracismo o de la procrastinación o de la inacción, al contrario, es un motor que mueve a buscar causas justas y objetivas. El que ya de por sí ha visto lo negro, lo oscuro y lo malo, no teme avanzar porque nada peor puede haber adelante y sí algo mejor, pero es un camino a paso firme y no a tientas o a ciegas. La mía es una forma de verlo, según yo, muy peculiar o particular en la cual lo que impulsa y le da fuerza motriz a nuestra vida es saber que partimos de un lugar sombrío y hacia otro igual nos dirigimos, las piedras del camino, las luciérnagas del bosque, el amanecer y el anochecer, las lámparas de calle, las casas, las personas, los buenos libros, las buenas películas, las conversaciones profundas y todo ese tipo de cosas cotidianas, si se saben percibir tienen un sabor más dulce, menos trivial.

Esto es como el caso del futbolista superdotado (Van Basten, Pelé, Messi, Cruyf) al que sólo saben detener con patadas; necesariamente va a tener a admirar profusamente a aquel que llegue a quitarle el balón limpiamente y valorará ese momento. Lo hará porque está acostumbrado a que su don le trae males: vive faltas, desayuna tiros libres, cena penales y vacaciona lesionado así que ese único e inolvidable momento en el que le quitan el balón limpiamente le hará recordar su talento, su objetivo, su misión y le hará aferrarse a la vida con las uñas.