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EL HILO DE LAS BATALLITAS DE ROCINANTE
4 participantes
El foro Plural :: General :: De todo
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Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Re: EL HILO DE LAS BATALLITAS DE ROCINANTE
barakarlofi escribió:
El chorizo de ajos tuvo la culpa
El otro dia lo vi. Ahora vive bajo los coches desde que lo expulsaron de la fabrica. El Uño es un gato silvestre, salvaje, inculto, y siempre hambriento, así que después de darle un poco de mi bocadillo que trago con frucción, recordé lo bien que vivía con la manada de gatos en el pasado, y el porqué se ve ahora en esta situación de estar viviendo en la calle, y de la caridad de los demás.
El Uño hijo de la Uña, tal era su nombre desde que lo bautizamos en aquella vieja nave llena de cajas de cartón, y por el que realizamos una alegre fiesta que hasta incluso repartimos peladillas por aquel bautizo gatuno. Este siempre vagaban por la soledad de las grandes construcciones, almacenes estas casi siempre vacias. Y el Uño era feliz, tenía compañeros, un montón de hembras a su disposición, mucho tiempo para tenderse al Sol, y comida abundante que les llegaba de las sobras del comedor.
Los gatos nacían allí entre las maquinas, y allí se quedaban sin que nadie recabara en ellos, solo cuando se afilaban las uñas que estropeaban alguna tela o tapicería, se les ahuyentaban, pero al poco volvían.
El Uño era el más valiente de todos, pues en todas las peleas para disputarse a las hembras siempre salía vencedor. Era grande, rechoncho, tenia manchas pardas en el lomo de fondo blanco, y unos buenos colmillos. Se le repestaba en la manada, y parecía que mandaba en los demás. hasta que un dia que me trajeron de no se donde un rollizo y colorado chorizo de ajos, que nadie en la casa quería, no solo comer, si no olerlo, me lo lleve a los gatos, sabiendo que estos no le harían ascos, y se lo comerían. Pero me equivoque, cuando haciendo rodajas a aquel manguito de carne que tiraba para atras por su fuerte olor a ajos, y se los puse en un papel en el suelo, todos los gatos acudieron al unísono, pero al llegar, todos retorcieron hocico, y se echaron para atrás, sin tan siquiera saborear el aroma. Pero a esto que llego el Uño, elegante al andar, orondo, bigotudo y con porte señorial, y cuando llego, olió miro al publico, sus compañeros, y empezó a comerse aquello hasta que solo dejo el papel lleno de rojo pimentón, y le morrillo pintado de rojo
Los demás al ver esto se retiraron de allí, y el Uño acabando de tragar, se fue a hacer la digestión tumbándose al Sol en su sitio de costumbre. Pasaron las horas, se reincorporo, y tranquilamente se acerco a la gatada, y estando en el centro de ella, discutiendo sobre algo que les pasaba, de pronto le vino un eructo con tanta fuerza, que al expulsar el aire, lleno de tropezones de chorizo, y de peste pestilente y nauseabunda ajera, a todos los compañeros. Estos que de pronto se quedaron atontados por lo que le había caído encima, y por el pestazo a ajos, manchados de rojo, se liaron a zarpazos y mordiscos con el Uño, que a trompicones, patadas y manotazos de uñas, lo sacaron a la calle, echándole sin contemplaciones de allí.
Desde entonces, y creo que por mi culpa, ya no puede volver a la fábrica, y hoy cuando se le da de comer algo de embutidos, sale corriendo como alma que persigue el diablo.
Saludos
Ooooh, pobre Uño
Baraka, cuéntame más historias de gatos, porfa
Tombraider- Magna Cum Laude
- Mensajes : 5335
Fecha de inscripción : 09/06/2017
Re: EL HILO DE LAS BATALLITAS DE ROCINANTE
Tombraider escribió:barakarlofi escribió:
El chorizo de ajos tuvo la culpa
El otro dia lo vi. Ahora vive bajo los coches desde que lo expulsaron de la fabrica. El Uño es un gato silvestre, salvaje, inculto, y siempre hambriento, así que después de darle un poco de mi bocadillo que trago con frucción, recordé lo bien que vivía con la manada de gatos en el pasado, y el porqué se ve ahora en esta situación de estar viviendo en la calle, y de la caridad de los demás.
El Uño hijo de la Uña, tal era su nombre desde que lo bautizamos en aquella vieja nave llena de cajas de cartón, y por el que realizamos una alegre fiesta que hasta incluso repartimos peladillas por aquel bautizo gatuno. Este siempre vagaban por la soledad de las grandes construcciones, almacenes estas casi siempre vacias. Y el Uño era feliz, tenía compañeros, un montón de hembras a su disposición, mucho tiempo para tenderse al Sol, y comida abundante que les llegaba de las sobras del comedor.
Los gatos nacían allí entre las maquinas, y allí se quedaban sin que nadie recabara en ellos, solo cuando se afilaban las uñas que estropeaban alguna tela o tapicería, se les ahuyentaban, pero al poco volvían.
El Uño era el más valiente de todos, pues en todas las peleas para disputarse a las hembras siempre salía vencedor. Era grande, rechoncho, tenia manchas pardas en el lomo de fondo blanco, y unos buenos colmillos. Se le repestaba en la manada, y parecía que mandaba en los demás. hasta que un dia que me trajeron de no se donde un rollizo y colorado chorizo de ajos, que nadie en la casa quería, no solo comer, si no olerlo, me lo lleve a los gatos, sabiendo que estos no le harían ascos, y se lo comerían. Pero me equivoque, cuando haciendo rodajas a aquel manguito de carne que tiraba para atras por su fuerte olor a ajos, y se los puse en un papel en el suelo, todos los gatos acudieron al unísono, pero al llegar, todos retorcieron hocico, y se echaron para atrás, sin tan siquiera saborear el aroma. Pero a esto que llego el Uño, elegante al andar, orondo, bigotudo y con porte señorial, y cuando llego, olió miro al publico, sus compañeros, y empezó a comerse aquello hasta que solo dejo el papel lleno de rojo pimentón, y le morrillo pintado de rojo
Los demás al ver esto se retiraron de allí, y el Uño acabando de tragar, se fue a hacer la digestión tumbándose al Sol en su sitio de costumbre. Pasaron las horas, se reincorporo, y tranquilamente se acerco a la gatada, y estando en el centro de ella, discutiendo sobre algo que les pasaba, de pronto le vino un eructo con tanta fuerza, que al expulsar el aire, lleno de tropezones de chorizo, y de peste pestilente y nauseabunda ajera, a todos los compañeros. Estos que de pronto se quedaron atontados por lo que le había caído encima, y por el pestazo a ajos, manchados de rojo, se liaron a zarpazos y mordiscos con el Uño, que a trompicones, patadas y manotazos de uñas, lo sacaron a la calle, echándole sin contemplaciones de allí.
Desde entonces, y creo que por mi culpa, ya no puede volver a la fábrica, y hoy cuando se le da de comer algo de embutidos, sale corriendo como alma que persigue el diablo.
Saludos
Ooooh, pobre Uño
Baraka, cuéntame más historias de gatos, porfa
¡¡¡Jajajaj !! ya te contare la historia del "Matagatos, pero otro día.
Saludos
Rocinante- Magna Cum Laude
- Mensajes : 7657
Fecha de inscripción : 15/05/2017
UN DISFRAZ A SU MEDIDA
UN DISFRAZ A SU MEDIDA
Don cobista si señor estaba contento, feliz e ilusionado por la próxima llegada de los carnavales, no era para menos la fiesta tan esperada seria una nueva ocasión para lucirse ante sus amigos y compañeros de trabajo, seria una vez mas la envidia de sus vecinos y de cuantos les conocían.
Y es que hasta el mismo se sorprendía de sus continuos triunfos, de su ascendente carrera laboral, pues sin grandes estudios, sin ninguna carrera y sin ninguna titulación que lo justificara, en poco tiempo había pasado de ser un triste y anónimo operario de segunda clase a dirigir una famosa multinacional.
Su meteorito carrera seria inexplicable para quien no le conociera, pero él se conocía y todos sus logros se debían a su buen hacer, a darlo todo por bien empleado a hacer de tripas corazón y de saltarse cualquier perjuicio por llegar hasta donde fuera por tal de conseguir su fin, claro estaba que en el camino se había dejado su orgullo, sus principios, algún o casi todos sus nobles sentimientos, su honor y algunas otras cosas más, pero que le importaba se decía a si mismo, interiormente se engañaba atribuyendo a su inteligencia, a su valía profesional, y a su eficacia en todos los puestos de trabajo por donde había pasado.
Desde sus comienzos laborales había puesto en acción sus buenas dotes para ser un buen depredador en la jungla de la vida, su carácter sumiso y amable, su servilismo incondicional, la exquisita cortesía para sus jefes y sus siembres acertados regalos le habían ayudado tanto que en las reuniones al más alto nivel su falta de cultura en estudios las disfrazaba con comentarios adulatorios o jocosos además de criticas maliciosas para sus inferiores de clase a los que consideraba vagos irresponsables y desgraciados.
Pero la fiesta de carnavales llegaba y con ella la esperada ocaci6n para demostrar una vez más su elegancia y su exquisita manera de vestir. Había que estrenar un traje adecuado a su alto nivel de vida, un disfraz en suma que destacara en un ambiente distinguido y selecto.
Pero cuando más tarde en la tienda se probaba uno tras otro todos los disfraces que habían en ella ninguno le gusto lo suficiente para llevárselo y ya se disponía a marcharse cuando el dependiente dirigiéndose hacia él con una exagerada sonrisa y una reverencia ridicula le dijo que le tenia apartado el más nuevo y original disfraz de todos los tiempos. Don cobista si señor se intereso, y entonces el empleado con los ademanes del que muestra algo maravilloso lo pasó al probador en donde vio que el disfraz tan misterioso solo lo se componía de una elegante americana y de un vistoso pero original pantalón y al preguntar don cobista si señor de que era el disfraz el vendedor sin imitarse, siempre atento y en una permanente actitud servicial le contest6 de que el disfraz era el de hipócrita sumiso:
Don cobista si señor al principio dudo, pero el dependiente insistía en que no se arrepentiría de comprarlo, que era lo mas nuevo, ideal para su trabajo y su ambiente y cuando el eterno conformista se lo probó una sensación de plenitud lo inundó, se sentía plenamente feliz y prepotente y al momento una amplia sonrisa llenó su cara y su cuerpo se inclinó en un gesto de atenta servidumbre total y sumisa y la mano en un gesto de dar palmaditas en las espaldas de los trajes caros. Aquello era lo que siempre había buscado, lleno de sastifacción lo compró se fue a su elegante mansión.
El día de carnaval su disfraz causó sorpresa, y gustó tanto que se le aplaudió se le premió y fue la noticia de la semana, don cobista si señor no cabía en si de gozo, el día de la fiesta, en medio del salón se dejaba hacer fotos y hasta le grabaron una película llenas de poses en las que se esforzaba por mostrar sus inmejorables cualidades de eterno servicial y sumiso servidor, la fiesta pasó y cuando en su casa quiso desnudarse no podía, intentaba una y otra vez quitarse la americana y el pantalón cero no había manera parecía que el traje formaba parte de su cuerpo, que formaba parte re su propia personalidad, después de muchos esfuerzos y de que su esposa le ayudara consiguió quitárselo pero no obstante la eterna sonrisa y el gesto de servidor por el que había sido premiado no le abandonaba, así que después de agotarse en inútiles intentos para quitárselos de encima se fue a dormir.
Por la mañana en el trabajo pasó desapercibido pues no salió de su despacho, pasaron los días y sus continuos gestos de hipócrita sumiso no desaparecían así que en las grandes reuniones de trabajo aunque hacia extraordinario esfuerzos no podía evitar dar continuas palmaditas en las espaldas de sus jefes, inclinarse ceremonialmente, retirar sillas y encender cigarrillos con unos gestos repetitivos y monótonos que cansaban y molestaban. Y aparentemente todo siguió igual ataque un día el todopoderoso gerente de aquella multinacional le rogó por su bien que intentara disimular su servilismo y sus continuas reverencias, pero a pesar de sus esfuerzos de visitar a psicólogos, sipquiatras y curanderos no mejoraba y todos coincidían que su curación seria imposible pues sus habilidades de eterno conformista se habían multiplicado con el disfraz y nadie podía hacer nada para remediarlo.
Y un día llegó que sin previo aviso fue relevado de su puesto por otro inferior y de esta manera fue bajando de categoría profesional, hasta que fue despedido y hoy recoge cartones y pide limosnas con ía atenta reverencia y la figura entregada de un hipócrita sumiso:
En homenaje a un antiguo compañero de trabajo
15 de enero de 19xx
Rocinante.../... Todos los derechos reservados
Don cobista si señor estaba contento, feliz e ilusionado por la próxima llegada de los carnavales, no era para menos la fiesta tan esperada seria una nueva ocasión para lucirse ante sus amigos y compañeros de trabajo, seria una vez mas la envidia de sus vecinos y de cuantos les conocían.
Y es que hasta el mismo se sorprendía de sus continuos triunfos, de su ascendente carrera laboral, pues sin grandes estudios, sin ninguna carrera y sin ninguna titulación que lo justificara, en poco tiempo había pasado de ser un triste y anónimo operario de segunda clase a dirigir una famosa multinacional.
Su meteorito carrera seria inexplicable para quien no le conociera, pero él se conocía y todos sus logros se debían a su buen hacer, a darlo todo por bien empleado a hacer de tripas corazón y de saltarse cualquier perjuicio por llegar hasta donde fuera por tal de conseguir su fin, claro estaba que en el camino se había dejado su orgullo, sus principios, algún o casi todos sus nobles sentimientos, su honor y algunas otras cosas más, pero que le importaba se decía a si mismo, interiormente se engañaba atribuyendo a su inteligencia, a su valía profesional, y a su eficacia en todos los puestos de trabajo por donde había pasado.
Desde sus comienzos laborales había puesto en acción sus buenas dotes para ser un buen depredador en la jungla de la vida, su carácter sumiso y amable, su servilismo incondicional, la exquisita cortesía para sus jefes y sus siembres acertados regalos le habían ayudado tanto que en las reuniones al más alto nivel su falta de cultura en estudios las disfrazaba con comentarios adulatorios o jocosos además de criticas maliciosas para sus inferiores de clase a los que consideraba vagos irresponsables y desgraciados.
Pero la fiesta de carnavales llegaba y con ella la esperada ocaci6n para demostrar una vez más su elegancia y su exquisita manera de vestir. Había que estrenar un traje adecuado a su alto nivel de vida, un disfraz en suma que destacara en un ambiente distinguido y selecto.
Pero cuando más tarde en la tienda se probaba uno tras otro todos los disfraces que habían en ella ninguno le gusto lo suficiente para llevárselo y ya se disponía a marcharse cuando el dependiente dirigiéndose hacia él con una exagerada sonrisa y una reverencia ridicula le dijo que le tenia apartado el más nuevo y original disfraz de todos los tiempos. Don cobista si señor se intereso, y entonces el empleado con los ademanes del que muestra algo maravilloso lo pasó al probador en donde vio que el disfraz tan misterioso solo lo se componía de una elegante americana y de un vistoso pero original pantalón y al preguntar don cobista si señor de que era el disfraz el vendedor sin imitarse, siempre atento y en una permanente actitud servicial le contest6 de que el disfraz era el de hipócrita sumiso:
Don cobista si señor al principio dudo, pero el dependiente insistía en que no se arrepentiría de comprarlo, que era lo mas nuevo, ideal para su trabajo y su ambiente y cuando el eterno conformista se lo probó una sensación de plenitud lo inundó, se sentía plenamente feliz y prepotente y al momento una amplia sonrisa llenó su cara y su cuerpo se inclinó en un gesto de atenta servidumbre total y sumisa y la mano en un gesto de dar palmaditas en las espaldas de los trajes caros. Aquello era lo que siempre había buscado, lleno de sastifacción lo compró se fue a su elegante mansión.
El día de carnaval su disfraz causó sorpresa, y gustó tanto que se le aplaudió se le premió y fue la noticia de la semana, don cobista si señor no cabía en si de gozo, el día de la fiesta, en medio del salón se dejaba hacer fotos y hasta le grabaron una película llenas de poses en las que se esforzaba por mostrar sus inmejorables cualidades de eterno servicial y sumiso servidor, la fiesta pasó y cuando en su casa quiso desnudarse no podía, intentaba una y otra vez quitarse la americana y el pantalón cero no había manera parecía que el traje formaba parte de su cuerpo, que formaba parte re su propia personalidad, después de muchos esfuerzos y de que su esposa le ayudara consiguió quitárselo pero no obstante la eterna sonrisa y el gesto de servidor por el que había sido premiado no le abandonaba, así que después de agotarse en inútiles intentos para quitárselos de encima se fue a dormir.
Por la mañana en el trabajo pasó desapercibido pues no salió de su despacho, pasaron los días y sus continuos gestos de hipócrita sumiso no desaparecían así que en las grandes reuniones de trabajo aunque hacia extraordinario esfuerzos no podía evitar dar continuas palmaditas en las espaldas de sus jefes, inclinarse ceremonialmente, retirar sillas y encender cigarrillos con unos gestos repetitivos y monótonos que cansaban y molestaban. Y aparentemente todo siguió igual ataque un día el todopoderoso gerente de aquella multinacional le rogó por su bien que intentara disimular su servilismo y sus continuas reverencias, pero a pesar de sus esfuerzos de visitar a psicólogos, sipquiatras y curanderos no mejoraba y todos coincidían que su curación seria imposible pues sus habilidades de eterno conformista se habían multiplicado con el disfraz y nadie podía hacer nada para remediarlo.
Y un día llegó que sin previo aviso fue relevado de su puesto por otro inferior y de esta manera fue bajando de categoría profesional, hasta que fue despedido y hoy recoge cartones y pide limosnas con ía atenta reverencia y la figura entregada de un hipócrita sumiso:
En homenaje a un antiguo compañero de trabajo
15 de enero de 19xx
Rocinante.../... Todos los derechos reservados
Rocinante- Magna Cum Laude
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Mensajes : 7657
Fecha de inscripción : 15/05/2017
HABLEMOS DE RECUERDOS
HABLEMOS DE RECUERDOS
Yo tenia un pueblo hace algunos siglos en el que teníamos, salvo de comer, de todo.
Teníamos tonto, borracho sereno, grifota, y barrendero. Al barrendero los niños, le quitamos las ganas de meterse en el cine a dormir, y que con sus fuertes ronquidos no nos dejara ver la película, un día lo amarramos al banco, y con un montón de papeles debajo de las piernas, le prendimos fuego, salió del cine arrastrando el banco con el.
Al grifota que nos apestaba el cine con el humo de su grifa, le pusimos picadura de "Celtas" en la cachimba, murió de sobredosis en el mismo cine, aunque nadie le hizo caso porque daban una de romanos, y con el escándalo de la guerra nadie se dio cuenta que pataleaba y se agarraba la garganta.
Al borracho, cansado de que siempre se nos meara y vomitara en el paseo, en el sitio, cerca del banco donde nos reuníamos, le pusimos guindillas de maceta en una botella de vino, y cuando casi se la bebió de un trago se fue poniendo rojo, rojo y daba boqueadas pidiendo agua, lo llevamos a rastras a la fuente, pero no llegó, se cayó, pegó un brinco, tembló y se quedó quieto, allí se quedó para siempre.
Al sereno le descubrimos un rollo que tenia con una viuda a cuya casa se metía cuando era muy tarde. La señal para que ella le abriera la puerta era dos golpes con el chuzo en la acera, nosotros agarramos una noche un palo he hicimos lo mismo, cuando la mujer asomo la cabeza con cuatela por la puerta y nos vio allí a todos riendo que harta de reír, la viuda ya no salió de su casa en tres meses y cuando lo hacia, si nos veía salía corriendo.
Al tonto que estaba majareta y que le entraban ataques cuando se le decía "Pepe Cabra" cuando salía a pegarnos, y como siempre tenia mucha hambre, le cantábamos una canción que hablaba de bocadillos, de cafés con leche, de ensaimadas, se le hacia la boca agua, y se quedaba manso y tranquilo, hasta que iba uno y le gritaba de nuevo en la oreja
¡¡¡Pepe Cabra!! Y a correr de nuevo.
Recuerdos que no se olvidan.
Rocinante . Marca de agua, reservado, 5821 registrado
Yo tenia un pueblo hace algunos siglos en el que teníamos, salvo de comer, de todo.
Teníamos tonto, borracho sereno, grifota, y barrendero. Al barrendero los niños, le quitamos las ganas de meterse en el cine a dormir, y que con sus fuertes ronquidos no nos dejara ver la película, un día lo amarramos al banco, y con un montón de papeles debajo de las piernas, le prendimos fuego, salió del cine arrastrando el banco con el.
Al grifota que nos apestaba el cine con el humo de su grifa, le pusimos picadura de "Celtas" en la cachimba, murió de sobredosis en el mismo cine, aunque nadie le hizo caso porque daban una de romanos, y con el escándalo de la guerra nadie se dio cuenta que pataleaba y se agarraba la garganta.
Al borracho, cansado de que siempre se nos meara y vomitara en el paseo, en el sitio, cerca del banco donde nos reuníamos, le pusimos guindillas de maceta en una botella de vino, y cuando casi se la bebió de un trago se fue poniendo rojo, rojo y daba boqueadas pidiendo agua, lo llevamos a rastras a la fuente, pero no llegó, se cayó, pegó un brinco, tembló y se quedó quieto, allí se quedó para siempre.
Al sereno le descubrimos un rollo que tenia con una viuda a cuya casa se metía cuando era muy tarde. La señal para que ella le abriera la puerta era dos golpes con el chuzo en la acera, nosotros agarramos una noche un palo he hicimos lo mismo, cuando la mujer asomo la cabeza con cuatela por la puerta y nos vio allí a todos riendo que harta de reír, la viuda ya no salió de su casa en tres meses y cuando lo hacia, si nos veía salía corriendo.
Al tonto que estaba majareta y que le entraban ataques cuando se le decía "Pepe Cabra" cuando salía a pegarnos, y como siempre tenia mucha hambre, le cantábamos una canción que hablaba de bocadillos, de cafés con leche, de ensaimadas, se le hacia la boca agua, y se quedaba manso y tranquilo, hasta que iba uno y le gritaba de nuevo en la oreja
¡¡¡Pepe Cabra!! Y a correr de nuevo.
Recuerdos que no se olvidan.
Rocinante . Marca de agua, reservado, 5821 registrado
Rocinante- Magna Cum Laude
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Mensajes : 7657
Fecha de inscripción : 15/05/2017
LA LADRONA DE PAISAJES
LADRONA DE PAISAJES
La primera vez que la vi., fue por la ventana del lado de la montaña, estaba
lejana y casi desfigurada por la neblina de la polución y su silueta muda
presagiaba la devastación de lo verde a favor del cemento, del hormigón.
Como un cáncer incipiente que empieza a comerse la carne sana y esplendorosa
del paciente frondoso y floral, esta fue devorando sin prisa, pero sin pausa,
árboles, fuentes, frondosos rincones, y paisajes verdes. Las lomas antes ocultas
y abrigadas bajo su manto verde, pronto aparecieron peladas y con un calvero
en sus cimas que se fue agrandando por días.La grúa se fue haciendo grande,
poderosa, uní presente, y detrás de ella, como una corte de laboriosos parásitos
vinieron otras mas pequeñas, mas ágües, mas destructivas, y aparecieron los
primeros pilares de hormigón, y después los esqueletos de hierros, y cada
parche gris hacia huir a los penachos de verde maleza y el paisaje fue
cambiando y la flora y su fauna desapareciendo.
Las casas, las torres, el complejo urbanístico comenzó a llenar mi ventana^ y se
esfumó la magia campestre, y la montaña se hizo pequeña, gris de humo y clara
de tierra seca y excavada. Cambió el sonido de los trinos madrugadores y el
rumor de las hojas del otoño, por el de gritos y motores de coches.
Pero habia esperanzas, en la otra ventana me quedaba el mar, la línea
impecable, recta sin final del horizonte marino. Su brisa me llegaba a la cara y
me hacia temblar las cortinas en los días de viento. La espuma de sus olas
estallaba y se espacian a lo lejos, dejando una estela blanca que se perdía a la
vista. Los barcos pesqueros, los yates y hasta los transatlánticos, cruzaban ante
esta ventana, despacio, majestuosos. Los graznidos de las gaviotas me
despertaban, y el color de las aguas del rey Neptuno me avisaba de una cercana
lluvia o de una eminente tempestad.
Pero la ladrona apareció otra vez, de noche, con nocturnidad, con alevosía, se
instaló en la arena blanca, y su macabra silueta, mancho de nuevo el diáfano
horizonte de la ventana. Su silueta presagiaba el fin y el nacimiento de algo, y
su corte de mecánicos depredadores no se hicieron de esperar, irrumpieron en
la soledad de la arena y arrancaron rocas centenarias y voltearon la tierra
dormida, arrasaron nidos de pájaros marinos y rincones de enamorados. Día
tras día añadieron cemento, hormigón al espacio vacío de la ventana, y ima
carretera nació y un puente se elevó, y se marcho la playa para nunca más
volver y el horizonte del mar huyó, más lejos, tanto, que ya no se le volvió a ver.
Y la ladrona sigue allí pero está a punto de marcharse de nuevo en busca
de otros espacios naturales, para comérmelos, para tragárselos y convertirlo en
el frío, gris y anodino cemento
Rocinante 22/03/2004 Copryng//2004-U.E-..00o00.-;
La primera vez que la vi., fue por la ventana del lado de la montaña, estaba
lejana y casi desfigurada por la neblina de la polución y su silueta muda
presagiaba la devastación de lo verde a favor del cemento, del hormigón.
Como un cáncer incipiente que empieza a comerse la carne sana y esplendorosa
del paciente frondoso y floral, esta fue devorando sin prisa, pero sin pausa,
árboles, fuentes, frondosos rincones, y paisajes verdes. Las lomas antes ocultas
y abrigadas bajo su manto verde, pronto aparecieron peladas y con un calvero
en sus cimas que se fue agrandando por días.La grúa se fue haciendo grande,
poderosa, uní presente, y detrás de ella, como una corte de laboriosos parásitos
vinieron otras mas pequeñas, mas ágües, mas destructivas, y aparecieron los
primeros pilares de hormigón, y después los esqueletos de hierros, y cada
parche gris hacia huir a los penachos de verde maleza y el paisaje fue
cambiando y la flora y su fauna desapareciendo.
Las casas, las torres, el complejo urbanístico comenzó a llenar mi ventana^ y se
esfumó la magia campestre, y la montaña se hizo pequeña, gris de humo y clara
de tierra seca y excavada. Cambió el sonido de los trinos madrugadores y el
rumor de las hojas del otoño, por el de gritos y motores de coches.
Pero habia esperanzas, en la otra ventana me quedaba el mar, la línea
impecable, recta sin final del horizonte marino. Su brisa me llegaba a la cara y
me hacia temblar las cortinas en los días de viento. La espuma de sus olas
estallaba y se espacian a lo lejos, dejando una estela blanca que se perdía a la
vista. Los barcos pesqueros, los yates y hasta los transatlánticos, cruzaban ante
esta ventana, despacio, majestuosos. Los graznidos de las gaviotas me
despertaban, y el color de las aguas del rey Neptuno me avisaba de una cercana
lluvia o de una eminente tempestad.
Pero la ladrona apareció otra vez, de noche, con nocturnidad, con alevosía, se
instaló en la arena blanca, y su macabra silueta, mancho de nuevo el diáfano
horizonte de la ventana. Su silueta presagiaba el fin y el nacimiento de algo, y
su corte de mecánicos depredadores no se hicieron de esperar, irrumpieron en
la soledad de la arena y arrancaron rocas centenarias y voltearon la tierra
dormida, arrasaron nidos de pájaros marinos y rincones de enamorados. Día
tras día añadieron cemento, hormigón al espacio vacío de la ventana, y ima
carretera nació y un puente se elevó, y se marcho la playa para nunca más
volver y el horizonte del mar huyó, más lejos, tanto, que ya no se le volvió a ver.
Y la ladrona sigue allí pero está a punto de marcharse de nuevo en busca
de otros espacios naturales, para comérmelos, para tragárselos y convertirlo en
el frío, gris y anodino cemento
Rocinante 22/03/2004 Copryng//2004-U.E-..00o00.-;
Rocinante- Magna Cum Laude
-
Mensajes : 7657
Fecha de inscripción : 15/05/2017
UN BARRIO..........UN PASEO POR EL ANTES DE AYER
UN BARRIO..........UN PASEO POR EL ANTES DE AYER
Hoy me entero por la prensa de que lo que queda de este barrio, (pues hace poco lo han ido derribando para hacer nuevos pisos,) van a dejar una calle como museo, y me alegro, por lo que tiene de testigo de una clase de vida y de grises años pasados
_
Esta mañana, por primera vez en este año, he salido a la calle por la mañana, temprano. Antes, he arreglado un poco los folios. Me he tropezado con los diplomas y los certificados de todos los cursillos pasados, y he guardado en un cajón los restos de mi antiguo despacho, como la calculadora, la agenda. ect.ect.
Después de ponerme el chaquetón he mirado a mi perro y, cuando le he invitado a salir, se ha metido corriendo debajo de la cama. Los animales, sabios ellos por naturaleza, saben que no hace tiempo de paseo y alguien, que como buen castellano antiguo diría, dirigiéndose a mi perrilla: “ No es aqueste animal, can que sea dado, a saltos, correrías o sortiloquios, sino que a falta de raza conocida, más bien ralea de perra pulgosa. Sea su inclinación bien dada a calor de hogar, manta raída y hueso añejo que no, a húmedo frío, pisotones, tirones de correas y a humos de coche ”.
Cuando salgo al escándalo, al ruido, al frío y al anonimato indeseado de la calle, veo al loco. A mi vecino el loco, que tocado con un gorro de Papa Noël, sale al paso de los peatones, en la acera, diciéndoles vete a saber qué historia. El frío deja la piel de la cara insensible, y las manos, en el fondo de los bolsillos, reclaman el par de guantes que me he dejado olvidados.
Ando deprisa para dejar la ciudad atrás, pero no es fácil. A mi paso veo los restos del naufragio de unas fiestas impuestas por el calendario. Las botellas vacías, los cartones de los regalos, los plásticos y la basuras no caben en los contenedores, los desbordan y caen y forman montones junto a ellos. Camino deprisa sin mirar lo archiconocido. Se agradece la vuelta al trabajo porque las calles han dejado de estar solitarias. La gente ha salido, también, los abuelos, algunos niños y las palomas y los gorriones pasean por las aceras, encogidos por el reto al frío y al nuevo año.
Llego sobre mis pasos largos y rápidos hasta junto a un río, que marca el limite, la frontera, a la gran metrópoli. Lo que queda de su antiguo caudal es un regato de agua de alcantarillas, eso sí, canalizada, con mucho cemento y césped en su recorrido. Hierbas y cemento que no pueden disipar, el fuerte olor a fábrica, a maquinaria, a productos químicos... Después llego al destino buscado.
Es sólo un barrio, pero un barrio de casas con techos de tejas, así es como se llama “ Barrio de las tejas“. Lo construyó, allá por los años cincuenta, el padre “Botella”, apodo que le fue dado a aquel cura, porque según decían, el dinero lo consiguió vendiendo las botellas vacías que buscaba por las basuras. Será una leyenda o realidad, el caso es que, como un milagro, el barrio, todo de casas bajitas, todas de una sola planta, es un "Oasis de paz" y silencio que ha quedado en el centro de la ciudad y que al visitante lo transporta al pasado.
Cuando entro en sus calles, a las que las vigilan enormes árboles de gruesos troncos, ancianos como el mismo barrio, éstos parece que me dan la bienvenida agitando sus ramas. Luego, por sus calles estrechas, todo se vuelve en blanco y negro: los graffiti de las paredes están allí y permanecen descoloridos desde los años sesenta, recordando el antifranquismo: "Prohibido prohibir” “ libertad o muerte”. El sonido de las radios, que llenan el aire de las calles, no es en estéreo ni digital, sino que es sonido saltarín, con rumor de fondo, de disco de Baquelita, con sus ruidos y sus rasgueos. Veo, a mi paso, cosas olvidadas en la memoria de niño: Un perro enterrando un hueso; niños con parches de tela en los pantalones y alpargatas chapoteando con ellas en los charcos helados; calles de tierra y mujeres con delantales barriendo su puerta, al compás de una vieja canción; gentes que cantan, que ríen, abiertamente a mi paso, sin otra prisa más en sus caras, que el diario vivir; ruido de cacharros de cacerolas fregándose bajo un grifo escandaloso; maullidos de un invisible gato huyendo detrás de una escoba. Y todo esto se va rodeando de un silencio antiguo, rancio, de estar encerrado, salpicado a trechos de acera, por el acompasado traqueteo de una máquina de coser que me sigue como mi sombra.
Paseo y recorro, una y otra vez, la veintena de calles que son como un parche en el paisaje vecino y falsamente moderno de la gran ciudad. Este barrio es como un remanso de Paz, rodeado de otro contaminado y oscuro en el horizonte que le rodea. Y cuando me canso, cuando he recordado mi lejano pasado, salgo, y a la salida, después de dejar atrás los gruesos troncos, permanentes centinelas de algo que no cambia, todo se transforma: El ruido me asalta; los coches me amenazan y los grandes parques y avenidas me hacen sentir pequeño como un punto perdido que camina añorando y deseando que aquel barrio nunca desaparezca.
Rocinante
A primeros de 2001 Todos los derechos reservados registro de autor 5252/Ba/ 01//2001/
Hoy me entero por la prensa de que lo que queda de este barrio, (pues hace poco lo han ido derribando para hacer nuevos pisos,) van a dejar una calle como museo, y me alegro, por lo que tiene de testigo de una clase de vida y de grises años pasados
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Esta mañana, por primera vez en este año, he salido a la calle por la mañana, temprano. Antes, he arreglado un poco los folios. Me he tropezado con los diplomas y los certificados de todos los cursillos pasados, y he guardado en un cajón los restos de mi antiguo despacho, como la calculadora, la agenda. ect.ect.
Después de ponerme el chaquetón he mirado a mi perro y, cuando le he invitado a salir, se ha metido corriendo debajo de la cama. Los animales, sabios ellos por naturaleza, saben que no hace tiempo de paseo y alguien, que como buen castellano antiguo diría, dirigiéndose a mi perrilla: “ No es aqueste animal, can que sea dado, a saltos, correrías o sortiloquios, sino que a falta de raza conocida, más bien ralea de perra pulgosa. Sea su inclinación bien dada a calor de hogar, manta raída y hueso añejo que no, a húmedo frío, pisotones, tirones de correas y a humos de coche ”.
Cuando salgo al escándalo, al ruido, al frío y al anonimato indeseado de la calle, veo al loco. A mi vecino el loco, que tocado con un gorro de Papa Noël, sale al paso de los peatones, en la acera, diciéndoles vete a saber qué historia. El frío deja la piel de la cara insensible, y las manos, en el fondo de los bolsillos, reclaman el par de guantes que me he dejado olvidados.
Ando deprisa para dejar la ciudad atrás, pero no es fácil. A mi paso veo los restos del naufragio de unas fiestas impuestas por el calendario. Las botellas vacías, los cartones de los regalos, los plásticos y la basuras no caben en los contenedores, los desbordan y caen y forman montones junto a ellos. Camino deprisa sin mirar lo archiconocido. Se agradece la vuelta al trabajo porque las calles han dejado de estar solitarias. La gente ha salido, también, los abuelos, algunos niños y las palomas y los gorriones pasean por las aceras, encogidos por el reto al frío y al nuevo año.
Llego sobre mis pasos largos y rápidos hasta junto a un río, que marca el limite, la frontera, a la gran metrópoli. Lo que queda de su antiguo caudal es un regato de agua de alcantarillas, eso sí, canalizada, con mucho cemento y césped en su recorrido. Hierbas y cemento que no pueden disipar, el fuerte olor a fábrica, a maquinaria, a productos químicos... Después llego al destino buscado.
Es sólo un barrio, pero un barrio de casas con techos de tejas, así es como se llama “ Barrio de las tejas“. Lo construyó, allá por los años cincuenta, el padre “Botella”, apodo que le fue dado a aquel cura, porque según decían, el dinero lo consiguió vendiendo las botellas vacías que buscaba por las basuras. Será una leyenda o realidad, el caso es que, como un milagro, el barrio, todo de casas bajitas, todas de una sola planta, es un "Oasis de paz" y silencio que ha quedado en el centro de la ciudad y que al visitante lo transporta al pasado.
Cuando entro en sus calles, a las que las vigilan enormes árboles de gruesos troncos, ancianos como el mismo barrio, éstos parece que me dan la bienvenida agitando sus ramas. Luego, por sus calles estrechas, todo se vuelve en blanco y negro: los graffiti de las paredes están allí y permanecen descoloridos desde los años sesenta, recordando el antifranquismo: "Prohibido prohibir” “ libertad o muerte”. El sonido de las radios, que llenan el aire de las calles, no es en estéreo ni digital, sino que es sonido saltarín, con rumor de fondo, de disco de Baquelita, con sus ruidos y sus rasgueos. Veo, a mi paso, cosas olvidadas en la memoria de niño: Un perro enterrando un hueso; niños con parches de tela en los pantalones y alpargatas chapoteando con ellas en los charcos helados; calles de tierra y mujeres con delantales barriendo su puerta, al compás de una vieja canción; gentes que cantan, que ríen, abiertamente a mi paso, sin otra prisa más en sus caras, que el diario vivir; ruido de cacharros de cacerolas fregándose bajo un grifo escandaloso; maullidos de un invisible gato huyendo detrás de una escoba. Y todo esto se va rodeando de un silencio antiguo, rancio, de estar encerrado, salpicado a trechos de acera, por el acompasado traqueteo de una máquina de coser que me sigue como mi sombra.
Paseo y recorro, una y otra vez, la veintena de calles que son como un parche en el paisaje vecino y falsamente moderno de la gran ciudad. Este barrio es como un remanso de Paz, rodeado de otro contaminado y oscuro en el horizonte que le rodea. Y cuando me canso, cuando he recordado mi lejano pasado, salgo, y a la salida, después de dejar atrás los gruesos troncos, permanentes centinelas de algo que no cambia, todo se transforma: El ruido me asalta; los coches me amenazan y los grandes parques y avenidas me hacen sentir pequeño como un punto perdido que camina añorando y deseando que aquel barrio nunca desaparezca.
Rocinante
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Rocinante- Magna Cum Laude
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Simplemente me han encantado tus textos.
https://www.elforoplural.com/t875-el-hilo-de-las-batallitas-de-rocinante#13778
No he podido dejar de relacionar a este personaje con Grenoille de "El Perfume" Patrick Süskind. Inevitablemente pensaba en él mientras leía.
https://www.elforoplural.com/t875-el-hilo-de-las-batallitas-de-rocinante#13808
Mi madre es rezadora y me padre sacristán así que en casa llevamos muy bien la cuenta de los muertos del barrio. Hubo una ocasión en la que murieron 7 personas seguidas con justo 9 días de diferencia, lo sabíamos porque el siguiente moría justo el día de la novena del anterior. Ya nos mirábamos con miedo pensando justamente en quién iba a ser el próximo.
Me ha encantado lo que he leído hasta el momento. Debo trasladarme por ahora pero en un rato seguiré.
Saludos.
No he podido dejar de relacionar a este personaje con Grenoille de "El Perfume" Patrick Süskind. Inevitablemente pensaba en él mientras leía.
https://www.elforoplural.com/t875-el-hilo-de-las-batallitas-de-rocinante#13808
Mi madre es rezadora y me padre sacristán así que en casa llevamos muy bien la cuenta de los muertos del barrio. Hubo una ocasión en la que murieron 7 personas seguidas con justo 9 días de diferencia, lo sabíamos porque el siguiente moría justo el día de la novena del anterior. Ya nos mirábamos con miedo pensando justamente en quién iba a ser el próximo.
Me ha encantado lo que he leído hasta el momento. Debo trasladarme por ahora pero en un rato seguiré.
Saludos.
Re: EL HILO DE LAS BATALLITAS DE ROCINANTE
Tonto de mí por haberme privado todo este tiempo del innegable placer que es leerte. Inventivo, diverso, nostálgico, profundo, evocador, cómico, atrayente... se me acaban los adjetivos para describir tu estilo. Decir que me ha encantado es poco y ya lo he dicho cuando he tenido oportunidad de leerte en otros hilos.
Lo dicho, tonto de mí al haber dilatado este ejercicio de lectura que terminó siendo un enorme, un gigantesco placer.
Saludos Barak. Sólo me resta repetir lo que ya he dicho otras veces: no dejes de deleitarnos con tus creaciones, en mi tendrás siempre un, aunque tardío, fiel lector.
Lo dicho, tonto de mí al haber dilatado este ejercicio de lectura que terminó siendo un enorme, un gigantesco placer.
Saludos Barak. Sólo me resta repetir lo que ya he dicho otras veces: no dejes de deleitarnos con tus creaciones, en mi tendrás siempre un, aunque tardío, fiel lector.
Re: EL HILO DE LAS BATALLITAS DE ROCINANTE
Nietzscheano escribió:Tonto de mí por haberme privado todo este tiempo del innegable placer que es leerte. Inventivo, diverso, nostálgico, profundo, evocador, cómico, atrayente... se me acaban los adjetivos para describir tu estilo. Decir que me ha encantado es poco y ya lo he dicho cuando he tenido oportunidad de leerte en otros hilos.
Lo dicho, tonto de mí al haber dilatado este ejercicio de lectura que terminó siendo un enorme, un gigantesco placer.
Saludos Barak. Sólo me resta repetir lo que ya he dicho otras veces: no dejes de deleitarnos con tus creaciones, en mi tendrás siempre un, aunque tardío, fiel lector.
Muy agradecido Nietz. Decía mi maestro el inolvidable Paco Candel, Aquel de·"Los otros catalanes" "Ha Muerto un hombre se ha roto un paisaje" "Y Dios la que se armo" escritor sencillo y humilde de pueblo, que baso toda su obra en la diaria convivencia con sus vecinos, de los que estos días se cumple aniversario de su muerte, que mas vale tener pocos lectores pero que estos sean fieles-
Así que me siento muy satisfecho de que este pequeño y evocador relato te haya gustado, pues opiniones lectoras como la tuya valen mas que ningún premio literario
Buscare por si tengo algunos mas que vayan en esa linea.
Un cordial saludo
Rocinante- Magna Cum Laude
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