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Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
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Dorogoi
Rusko
herrgoldmundo
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Página 1 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola a todos.
Me he permitido traer una reflexión que pretende "desnudar" el celo dogmático o prepotencia señorial que subyace, realmente, en toda dialéctica o teoría de la liberación. Reconozco que la reflexión peca de "tocho", pero creo que puede resultar de interés para algunos foreros.
Un saludo.
Cristianismo
En una de mis reflexiones, titulada "Crítica al Manifiesto Comunista", señalé, sin profundizar al respecto, los paralelismos que Bertrand Russell halló entre el cristianismo primigenio y el marxismo.
El judaísmo creó originariamente toda su dialéctica en torno al enfrentamiento entre el pueblo de Israel vs los demás pueblos (gentiles) que, además, fueron históricamente sus dominadores. Así nacía, de hecho, la primera dialéctica de la liberación de la historia: el pueblo elegido por Dios frente a los dominadores que impedían su liberación (Egipto, primero, y más tarde Roma).
El cristianismo, que se gestó durante la dominación de Roma, y pronto se convertiría en una alternativa al judaísmo, universalizó la dialéctica de la liberación (urbi et orbi).
La propuesta de liberación cristiana, a través del amor al prójimo, constituyó, de facto, la primera gran deconstrucción filosófica de la historia y, por ende, de la humanidad, para superar a los poderes o fuerzas dominadoras del momento (Roma).
Toda interpretación dialéctica de la historia parte de la idea común de que la lucha entre contrarios es el motor primero, principio y causa, del devenir histórico y de la humanidad.
Así, la dialéctica judeocristiana intentó superar el antagonismo existente entre gentiles y el pueblo elegido, a través de una síntesis de reconciliación: el amor universal a Dios, el cual convertía a todos los hombres en hermanos. Todos iguales, nadie más que nadie. El cristianismo asentaba, así, no solo las bases de un primigenio igualitarismo, sino que además hacía una promesa de vida eterna: aseguraba, tras la muerte, una justa recompensa en el reino de los cielos, que no en la Tierra.
Marxismo
Si nos fijamos, Marx lo único que hizo fue una deconstrucción del judeocristianismo (reinterpretación) para ajustarlo a las necesidades de su época. Así, los otrora grupos antagónicos, gentiles vs cristianos, pasaron a ser los burgueses vs los proletarios. El socialismo utópico ensayó una nueva síntesis reconciliadora entre ambas clases sociales. Por supuesto, la propuesta reconciliadora del socialismo, como antes la del cristianismo, fue unilateral y estuvo impuesta por una de las partes en conflicto. Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa. Todos iguales, nadie más que nadie. La ideal comunidad socialista habría de estar formada únicamente por la clase trabajadora.
Allí donde el cristianismo reveló, sagradas escrituras mediante, que Dios era el ente o Ser Supremo que daba sentido a la existencia humana, Marx hizo lo propio, a través de un nuevo método de análisis que dio en llamarse materialismo dialéctico, para proclamar que el devenir de la historia había dictaminado que la clase proletaria era el nuevo pueblo elegido para construir el utópico y universal socialismo. Esta nueva dialéctica de la liberación, con las mismas aspiraciones de universalidad que el cristianismo, permitiría a todos los trabajadores del mundo sacudirse el yugo opresor de las clases dominantes (burguesía capitalista).
No toca ahora discutir la validez del materialismo dialéctico como método filosófico que se autolegitimó a sí mismo frente al tradicional idealismo, más espiritual y heredero del judeocristianismo. Baste, tan solo, señalar sus aciertos: cuestionar la verdad de las revelaciones (sagradas escrituras) en tanto éstas eran imposibles de probar, y obligarse a analizar la realidad de forma objetiva. El problema, que siempre es el mismo en lo que respecta a métodos de análisis filosóficos, es que estos siempre están sesgados ideológicamente en mayor o menor medida, pues si se acepta que toda verdad es relativa (y el marxismo lo reconoció, de facto, en "El manifiesto comunista") es claro que cualquier análisis o interpretación (diferente perspectiva) de la realidad será susceptible de pecar de subjetividad.
Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, Marx fue mucho más inteligente que Jesucristo, y su gran acierto, que a la postre le permitiría lograr una rápida difusión de sus ideas entre las masas, consistió en prometerles a éstas un paraíso terrenal, es decir, les propuso reducir el tiempo del aplazamiento de las recompensas cristianas. Con la consecución de la utópica sociedad proletaria ya no habría que sufrir una vida de miserias para llegar a un incierto paraíso celestial tras la muerte; el paraíso socialista podía lograrse en la Tierra, a través de la lucha del proletariado. Y, lo más importante, podría disfrutarse en vida.
La psicología evolutiva nos ha enseñado que ningún niño hasta lo dos o tres años aproximadamente, es capaz de aplazar recompensas. Los niños son exigentes, impacientes y muy egocéntricos; su yo está orientado a la inmediata satisfacción de sus intereses y necesidades.
El proceso de maduración de los niños pasa por diferentes etapas o estadios, a través de los cuales adquirirán, entre otras habilidades cognitivas, el autocontrol de las emociones y el aplazamiento de las recompensas.
Madurar es difícil, pues exige trabajo y sacrificio. Dicho así, puede parecer políticamente incorrecto, incluso cruel, aseverar que un niño deba sacrificarse. Pero es que, de hecho, todo aprendizaje supone un sacrificio vital. El mero hecho de ir al escuela constituye en sí mismo un sacrificio vital, pues la vida libre que pudiera llevar cualquier niño, respondiendo tan solo a sus instintos e impulsos más naturales, se restringe en aras de una necesaria educación y formación.
¿Y qué supone toda educación, sino un aprender a aplazar recompensas?
El niño aprenderá que solo podrá jugar y divertirse cuando haya cumplido con sus deberes y obligaciones; aprenderá que deberá dominar sus impulsos a través de la socialización; aprenderá, en definitiva, que para obtener un aprobado primero tendrá que esforzarse estudiando y trabajando.
La pedagogía social, de hecho, y también en nuestra madurez, nos sigue enseñando cómo aplazar recompensas a lo largo de toda nuestra existencia: tendremos una jubilación cuando hayamos pasado toda nuestra vida trabajando; dispondremos realmente de nuestra vivienda cuando paguemos la hipoteca al banco...
¡Y hete aquí que aparece el marxismo, dialéctica de la liberación en mano, y nos propone no aplazar nuestras merecidas recompensas vitales!
El mensaje reduccionista que cala entre las masas, por supuesto erróneo, es el de que con el socialismo ya no hay que sacrificarse más; podremos vivir mejor y tendremos nuestras necesidades básicas cubiertas por un bienintencionado Estado protector.
¿Qué niño no suscribiría tan golosa propuesta?
De hecho, desde que el socialismo español implantara la LOGSE, nuestros niños son ahora más felices. Sí, vale, también son más ignorantes, pero ¿qué importa? Lo importante es que nuestros niños no sufran y que todos reciban su correspondiente aprobado.
¿Que el día de mañana no estarán preparados para encontrar un trabajo? No pasa nada, ellos ya saben que tendrán derecho a prestaciones, subvenciones y a multitud de tipos de ayudas que les garantizarán la subsistencia.
Por supuesto, ni los ideólogos del marxismo ni sus intelectuales son niños. La élite intelectual que todavía se obstina en revisar y actualizar la teoría marxista está constituida por gente de valía, está concienciada (en el sentido más positivo del término) y es portadora, todavía, de loables valores éticos y morales.
El problema es que las masas, las que se muestran fervientes seguidoras de opciones de izquierdas, no votan, en su mayoría al menos, unos ideales de igualdad, justicia y progreso, sino que votan como niños egocéntricos e inmaduros, esperando que el Estado les recompense (satisfaga sus necesidades) como ellos se merecen.
Reclaman derechos y más derechos, pero no quieren saber nada de obligaciones, y si el partido de los suyos les decepciona (pongamos por ejemplo el PSOE) no tienen empacho alguno en votar al PP . ¿Qué importan los valores? De esos hay muchos, lo que las masas desean es la felicidad, no aplazar recompensas a las que tienen derecho porque sí, porque ellas lo valen.
Cuando un sistema comunista llega al poder... ¿Qué es lo primero que se ve obligado a hacer?
Una dictadura. Sí, porque nadie mejor que sus ideólogos saben del carácter rebelde e indócil de las masas. ¿Cómo no habrían de saberlo si fueron ellos, la intelligentsia ideológica, quienes se encargaron de rebelarles contra el sistema, quienes se encargaron de hacerles creer que era posible vivir teniendo todas las necesidades básicas cubiertas y sin sacrificio alguno?
Una vez que las avanzadas sociedades occidentales son conscientes del fracaso del socialismo utópico, no tienen más remedio que crear híbridos ideológicos: socioliberalismo, anarcoliberalismo, anarcocapitalismo...
Feminismo
Pero hete aquí que ante el fracaso de la transmutación de valores llevada a cabo por el marxismo, aparece la Escuela de Frankfurt, con Theodor Adorno al frente de la misma, y se vuelven a ensayar nuevas dialécticas, entre ellas las de la ilustración y la negación.
Ahora, constatada y certificada la crisis ideológica de la postmodernidad, se prescindirá descaradamente de la objetividad racional del materialismo dialéctico y se legitimará abiertamente la irracionalidad del deconstructivismo (interpretación subjetiva de la historia) al servicio de los intereses de diferentes grupos o clases; todos ellos con agravios y cuentas pendientes con el tradicional poder dominante. Nacerá, así, la última y más importante dialéctica de la liberación de la época más reciente: el feminismo.
El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante. Pero con la nueva propuesta de liberación de la mujer, el feminismo reconoce, implícitamente, que el materialismo dialéctico del marxismo fue, tan solo, una herramienta necesaria para disfrazar de racionalidad la primera gran deconstrucción subjetiva de la historia.
Toda deconstrucción es interpretación, hermenéutica al cabo, y está al servicio de los intereses de un grupo que aspira a ostentar el poder; y el feminismo, sin complejos, decide arrogarse el derecho a hacer su propia deconstrucción de la historia según sus intereses de "sexo"*, que no de clase. Nada que objetar. Todo grupo o "parte de", aunque no sea consciente de ello, realiza el mismo ejercicio pseudofilosófico por tal de legitimar su verdad o conciencia auténtica.
El feminismo se muestra con un nuevo espíritu revolucionario, poético y artístico, pacífico y más acorde con las sensibilidades actuales. Ha hecho suyo el dolor de una época sumida en la desesperanza y el nihilismo, como antaño hicieran Marx y Engels durante la deshumanizada revolución industrial, pero el feminismo propone una cura de pensamiento defensivo frente a las proclamas beligerantes de las pretéritas dictaduras proletarias.
El pensamiento defensivo, caracterizado por la resistencia y la oposición pacífica frente a las injusticias, dice no desear el poder, porque ello supondría cometer los mismos errores que las tradicionales sociedades patriarcales dominantes. Pero he ahí una vez más, como bien señala la pensadora María Teresa Zubiaurre, la gran aporía a resolver: ¿Cómo podría el feminismo defender su razón de ser sin aspirar a controlar el poder?
Y sin embargo, a pesar de toda la retórica en torno al pensamiento defensivo que subyace en su dialéctica, el feminismo vuelve a decirnos lo mismo, pero interpretando la realidad desde otra perspectiva y a través de otros valores.
Donde antes había un pueblo elegido (judeocristianimo) y el marxismo propuso una clase elegida (proletariado) ahora será un sexo (femenino) el llamado a llevar a cabo la última gran revolución de la humanidad.
Si el cristianismo propuso una revolución igualitaria entre todos los hombres, y el marxismo entre todos los proletarios, el feminismo propondrá la revolución igualitaria entre sexos (hombres y mujeres). Sin embargo, sus conciencias prepotentes les delatan a todos ellos. El cristianismo solo acepta la salvación del buen cristiano, el marxismo la del proletario consciente y el feminismo la de la mujer rebelde y castradora.
Cada uno de estos supremacismos se muestra beligerante con los herejes de cada época. Pero el feminismo, haciendo uso del pensamiento defensivo, "suaviza" sus formas de lucha y troca la hoguera inquisidora y el gulag reeducador por acciones subversivas y provocadoras (mostrar sus pechos desnudos, profanar iglesias...) y, sobre todo, haciendo boicots y escraches a cualquier hereje que no se reconozca "feminista".
El feminismo pretenderá sustituir el tradicional patriarcado dominante (Dios = padre) por sociedades matriarcales (naturaleza= madre) y por ello resultará inevitable que, frente a la rigidez de la racionalidad masculina, apueste por la flexibilidad de la irracionalidad femenina. La intuición, la sensibilidad y el arte se antepondrán a la razón y la lógica. El amor y el pacifismo serán los valores antagónicos a la competitividad, agresividad y beligerancia masculina.
De nuevo se repite el error del cristianismo y el marxismo de pretender crear una nueva conciencia auténtica de forma unilateral y según los valores e intereses de una "parte de", en este caso desde la perspectiva sesgada del sexo femenino.
Sí, es cierto, cambian las formas, pues allí donde había una instintiva masculinidad dispuesta a dominar haciendo uso de la fuerza, el feminismo ejercerá una resistencia pasiva, transgresora y reivindicativa, por tal de lograr la liberación de la mujer y, a la postre, de toda la humanidad, pues el feminismo se erige, como sus predecesores, en una nueva alternativa o cosmovisión para dar sentido a la existencia humana, pero a través de los valores matriarcales.
Y es llegados a este punto, en lo concerniente al interés en legitimarse como alternativa de salvación universal, cuando el feminismo vuelve a cometer los mismos errores que las teorías críticas que le precedieron en el pasado, pues si antes todos debían ser cristianos, y después proletarios, ahora todo el que se precie de ser una buena persona, defensora de valores de igualdad y de justicia, habrá de abrazar la nueva conciencia auténtica y proclamarse feminista. ¡Amén!
* El feminismo no busca la igualdad entre los sexos, sino la supremacía del sexo femenino. No tiene sentido hablar de "géneros", sino de sexos, como no tiene sentido hablar de "clases", sino de personas. Ningún supremacismo, convertido en teoría de la liberación, pretende realmente "liberar" a TODAS las clases de personas, sean del sexo que sean, sino solo a aquellas que formen "parte de" la conciencia verdadera creada por él mismo.
Me he permitido traer una reflexión que pretende "desnudar" el celo dogmático o prepotencia señorial que subyace, realmente, en toda dialéctica o teoría de la liberación. Reconozco que la reflexión peca de "tocho", pero creo que puede resultar de interés para algunos foreros.
Un saludo.
Cristianismo
En una de mis reflexiones, titulada "Crítica al Manifiesto Comunista", señalé, sin profundizar al respecto, los paralelismos que Bertrand Russell halló entre el cristianismo primigenio y el marxismo.
El judaísmo creó originariamente toda su dialéctica en torno al enfrentamiento entre el pueblo de Israel vs los demás pueblos (gentiles) que, además, fueron históricamente sus dominadores. Así nacía, de hecho, la primera dialéctica de la liberación de la historia: el pueblo elegido por Dios frente a los dominadores que impedían su liberación (Egipto, primero, y más tarde Roma).
El cristianismo, que se gestó durante la dominación de Roma, y pronto se convertiría en una alternativa al judaísmo, universalizó la dialéctica de la liberación (urbi et orbi).
La propuesta de liberación cristiana, a través del amor al prójimo, constituyó, de facto, la primera gran deconstrucción filosófica de la historia y, por ende, de la humanidad, para superar a los poderes o fuerzas dominadoras del momento (Roma).
Toda interpretación dialéctica de la historia parte de la idea común de que la lucha entre contrarios es el motor primero, principio y causa, del devenir histórico y de la humanidad.
Así, la dialéctica judeocristiana intentó superar el antagonismo existente entre gentiles y el pueblo elegido, a través de una síntesis de reconciliación: el amor universal a Dios, el cual convertía a todos los hombres en hermanos. Todos iguales, nadie más que nadie. El cristianismo asentaba, así, no solo las bases de un primigenio igualitarismo, sino que además hacía una promesa de vida eterna: aseguraba, tras la muerte, una justa recompensa en el reino de los cielos, que no en la Tierra.
Marxismo
Si nos fijamos, Marx lo único que hizo fue una deconstrucción del judeocristianismo (reinterpretación) para ajustarlo a las necesidades de su época. Así, los otrora grupos antagónicos, gentiles vs cristianos, pasaron a ser los burgueses vs los proletarios. El socialismo utópico ensayó una nueva síntesis reconciliadora entre ambas clases sociales. Por supuesto, la propuesta reconciliadora del socialismo, como antes la del cristianismo, fue unilateral y estuvo impuesta por una de las partes en conflicto. Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa. Todos iguales, nadie más que nadie. La ideal comunidad socialista habría de estar formada únicamente por la clase trabajadora.
Allí donde el cristianismo reveló, sagradas escrituras mediante, que Dios era el ente o Ser Supremo que daba sentido a la existencia humana, Marx hizo lo propio, a través de un nuevo método de análisis que dio en llamarse materialismo dialéctico, para proclamar que el devenir de la historia había dictaminado que la clase proletaria era el nuevo pueblo elegido para construir el utópico y universal socialismo. Esta nueva dialéctica de la liberación, con las mismas aspiraciones de universalidad que el cristianismo, permitiría a todos los trabajadores del mundo sacudirse el yugo opresor de las clases dominantes (burguesía capitalista).
No toca ahora discutir la validez del materialismo dialéctico como método filosófico que se autolegitimó a sí mismo frente al tradicional idealismo, más espiritual y heredero del judeocristianismo. Baste, tan solo, señalar sus aciertos: cuestionar la verdad de las revelaciones (sagradas escrituras) en tanto éstas eran imposibles de probar, y obligarse a analizar la realidad de forma objetiva. El problema, que siempre es el mismo en lo que respecta a métodos de análisis filosóficos, es que estos siempre están sesgados ideológicamente en mayor o menor medida, pues si se acepta que toda verdad es relativa (y el marxismo lo reconoció, de facto, en "El manifiesto comunista") es claro que cualquier análisis o interpretación (diferente perspectiva) de la realidad será susceptible de pecar de subjetividad.
Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, Marx fue mucho más inteligente que Jesucristo, y su gran acierto, que a la postre le permitiría lograr una rápida difusión de sus ideas entre las masas, consistió en prometerles a éstas un paraíso terrenal, es decir, les propuso reducir el tiempo del aplazamiento de las recompensas cristianas. Con la consecución de la utópica sociedad proletaria ya no habría que sufrir una vida de miserias para llegar a un incierto paraíso celestial tras la muerte; el paraíso socialista podía lograrse en la Tierra, a través de la lucha del proletariado. Y, lo más importante, podría disfrutarse en vida.
La psicología evolutiva nos ha enseñado que ningún niño hasta lo dos o tres años aproximadamente, es capaz de aplazar recompensas. Los niños son exigentes, impacientes y muy egocéntricos; su yo está orientado a la inmediata satisfacción de sus intereses y necesidades.
El proceso de maduración de los niños pasa por diferentes etapas o estadios, a través de los cuales adquirirán, entre otras habilidades cognitivas, el autocontrol de las emociones y el aplazamiento de las recompensas.
Madurar es difícil, pues exige trabajo y sacrificio. Dicho así, puede parecer políticamente incorrecto, incluso cruel, aseverar que un niño deba sacrificarse. Pero es que, de hecho, todo aprendizaje supone un sacrificio vital. El mero hecho de ir al escuela constituye en sí mismo un sacrificio vital, pues la vida libre que pudiera llevar cualquier niño, respondiendo tan solo a sus instintos e impulsos más naturales, se restringe en aras de una necesaria educación y formación.
¿Y qué supone toda educación, sino un aprender a aplazar recompensas?
El niño aprenderá que solo podrá jugar y divertirse cuando haya cumplido con sus deberes y obligaciones; aprenderá que deberá dominar sus impulsos a través de la socialización; aprenderá, en definitiva, que para obtener un aprobado primero tendrá que esforzarse estudiando y trabajando.
La pedagogía social, de hecho, y también en nuestra madurez, nos sigue enseñando cómo aplazar recompensas a lo largo de toda nuestra existencia: tendremos una jubilación cuando hayamos pasado toda nuestra vida trabajando; dispondremos realmente de nuestra vivienda cuando paguemos la hipoteca al banco...
¡Y hete aquí que aparece el marxismo, dialéctica de la liberación en mano, y nos propone no aplazar nuestras merecidas recompensas vitales!
El mensaje reduccionista que cala entre las masas, por supuesto erróneo, es el de que con el socialismo ya no hay que sacrificarse más; podremos vivir mejor y tendremos nuestras necesidades básicas cubiertas por un bienintencionado Estado protector.
¿Qué niño no suscribiría tan golosa propuesta?
De hecho, desde que el socialismo español implantara la LOGSE, nuestros niños son ahora más felices. Sí, vale, también son más ignorantes, pero ¿qué importa? Lo importante es que nuestros niños no sufran y que todos reciban su correspondiente aprobado.
¿Que el día de mañana no estarán preparados para encontrar un trabajo? No pasa nada, ellos ya saben que tendrán derecho a prestaciones, subvenciones y a multitud de tipos de ayudas que les garantizarán la subsistencia.
Por supuesto, ni los ideólogos del marxismo ni sus intelectuales son niños. La élite intelectual que todavía se obstina en revisar y actualizar la teoría marxista está constituida por gente de valía, está concienciada (en el sentido más positivo del término) y es portadora, todavía, de loables valores éticos y morales.
El problema es que las masas, las que se muestran fervientes seguidoras de opciones de izquierdas, no votan, en su mayoría al menos, unos ideales de igualdad, justicia y progreso, sino que votan como niños egocéntricos e inmaduros, esperando que el Estado les recompense (satisfaga sus necesidades) como ellos se merecen.
Reclaman derechos y más derechos, pero no quieren saber nada de obligaciones, y si el partido de los suyos les decepciona (pongamos por ejemplo el PSOE) no tienen empacho alguno en votar al PP . ¿Qué importan los valores? De esos hay muchos, lo que las masas desean es la felicidad, no aplazar recompensas a las que tienen derecho porque sí, porque ellas lo valen.
Cuando un sistema comunista llega al poder... ¿Qué es lo primero que se ve obligado a hacer?
Una dictadura. Sí, porque nadie mejor que sus ideólogos saben del carácter rebelde e indócil de las masas. ¿Cómo no habrían de saberlo si fueron ellos, la intelligentsia ideológica, quienes se encargaron de rebelarles contra el sistema, quienes se encargaron de hacerles creer que era posible vivir teniendo todas las necesidades básicas cubiertas y sin sacrificio alguno?
Una vez que las avanzadas sociedades occidentales son conscientes del fracaso del socialismo utópico, no tienen más remedio que crear híbridos ideológicos: socioliberalismo, anarcoliberalismo, anarcocapitalismo...
Feminismo
Pero hete aquí que ante el fracaso de la transmutación de valores llevada a cabo por el marxismo, aparece la Escuela de Frankfurt, con Theodor Adorno al frente de la misma, y se vuelven a ensayar nuevas dialécticas, entre ellas las de la ilustración y la negación.
Ahora, constatada y certificada la crisis ideológica de la postmodernidad, se prescindirá descaradamente de la objetividad racional del materialismo dialéctico y se legitimará abiertamente la irracionalidad del deconstructivismo (interpretación subjetiva de la historia) al servicio de los intereses de diferentes grupos o clases; todos ellos con agravios y cuentas pendientes con el tradicional poder dominante. Nacerá, así, la última y más importante dialéctica de la liberación de la época más reciente: el feminismo.
El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante. Pero con la nueva propuesta de liberación de la mujer, el feminismo reconoce, implícitamente, que el materialismo dialéctico del marxismo fue, tan solo, una herramienta necesaria para disfrazar de racionalidad la primera gran deconstrucción subjetiva de la historia.
Toda deconstrucción es interpretación, hermenéutica al cabo, y está al servicio de los intereses de un grupo que aspira a ostentar el poder; y el feminismo, sin complejos, decide arrogarse el derecho a hacer su propia deconstrucción de la historia según sus intereses de "sexo"*, que no de clase. Nada que objetar. Todo grupo o "parte de", aunque no sea consciente de ello, realiza el mismo ejercicio pseudofilosófico por tal de legitimar su verdad o conciencia auténtica.
El feminismo se muestra con un nuevo espíritu revolucionario, poético y artístico, pacífico y más acorde con las sensibilidades actuales. Ha hecho suyo el dolor de una época sumida en la desesperanza y el nihilismo, como antaño hicieran Marx y Engels durante la deshumanizada revolución industrial, pero el feminismo propone una cura de pensamiento defensivo frente a las proclamas beligerantes de las pretéritas dictaduras proletarias.
El pensamiento defensivo, caracterizado por la resistencia y la oposición pacífica frente a las injusticias, dice no desear el poder, porque ello supondría cometer los mismos errores que las tradicionales sociedades patriarcales dominantes. Pero he ahí una vez más, como bien señala la pensadora María Teresa Zubiaurre, la gran aporía a resolver: ¿Cómo podría el feminismo defender su razón de ser sin aspirar a controlar el poder?
Y sin embargo, a pesar de toda la retórica en torno al pensamiento defensivo que subyace en su dialéctica, el feminismo vuelve a decirnos lo mismo, pero interpretando la realidad desde otra perspectiva y a través de otros valores.
Donde antes había un pueblo elegido (judeocristianimo) y el marxismo propuso una clase elegida (proletariado) ahora será un sexo (femenino) el llamado a llevar a cabo la última gran revolución de la humanidad.
Si el cristianismo propuso una revolución igualitaria entre todos los hombres, y el marxismo entre todos los proletarios, el feminismo propondrá la revolución igualitaria entre sexos (hombres y mujeres). Sin embargo, sus conciencias prepotentes les delatan a todos ellos. El cristianismo solo acepta la salvación del buen cristiano, el marxismo la del proletario consciente y el feminismo la de la mujer rebelde y castradora.
Cada uno de estos supremacismos se muestra beligerante con los herejes de cada época. Pero el feminismo, haciendo uso del pensamiento defensivo, "suaviza" sus formas de lucha y troca la hoguera inquisidora y el gulag reeducador por acciones subversivas y provocadoras (mostrar sus pechos desnudos, profanar iglesias...) y, sobre todo, haciendo boicots y escraches a cualquier hereje que no se reconozca "feminista".
El feminismo pretenderá sustituir el tradicional patriarcado dominante (Dios = padre) por sociedades matriarcales (naturaleza= madre) y por ello resultará inevitable que, frente a la rigidez de la racionalidad masculina, apueste por la flexibilidad de la irracionalidad femenina. La intuición, la sensibilidad y el arte se antepondrán a la razón y la lógica. El amor y el pacifismo serán los valores antagónicos a la competitividad, agresividad y beligerancia masculina.
De nuevo se repite el error del cristianismo y el marxismo de pretender crear una nueva conciencia auténtica de forma unilateral y según los valores e intereses de una "parte de", en este caso desde la perspectiva sesgada del sexo femenino.
Sí, es cierto, cambian las formas, pues allí donde había una instintiva masculinidad dispuesta a dominar haciendo uso de la fuerza, el feminismo ejercerá una resistencia pasiva, transgresora y reivindicativa, por tal de lograr la liberación de la mujer y, a la postre, de toda la humanidad, pues el feminismo se erige, como sus predecesores, en una nueva alternativa o cosmovisión para dar sentido a la existencia humana, pero a través de los valores matriarcales.
Y es llegados a este punto, en lo concerniente al interés en legitimarse como alternativa de salvación universal, cuando el feminismo vuelve a cometer los mismos errores que las teorías críticas que le precedieron en el pasado, pues si antes todos debían ser cristianos, y después proletarios, ahora todo el que se precie de ser una buena persona, defensora de valores de igualdad y de justicia, habrá de abrazar la nueva conciencia auténtica y proclamarse feminista. ¡Amén!
* El feminismo no busca la igualdad entre los sexos, sino la supremacía del sexo femenino. No tiene sentido hablar de "géneros", sino de sexos, como no tiene sentido hablar de "clases", sino de personas. Ningún supremacismo, convertido en teoría de la liberación, pretende realmente "liberar" a TODAS las clases de personas, sean del sexo que sean, sino solo a aquellas que formen "parte de" la conciencia verdadera creada por él mismo.
herrgoldmundo- Usuario super
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 01/06/2017
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Pero…….., el proletariado no ha disfrutado en vida de ese paraíso prometido, y encima le han usurpado el paraíso celestial. Menudo plan… Eso sí, no todo el mundo es proletariado sufrido; el mismo Marx vivió bien como un burgués, con sus vicios y sus caprichos. Y, los jerifaltes del marxismo viven a base de bien, con sus dachas, sus coches oficiales y su “que-no-nos-falte-de-ná”. El proletario sigue esperando ese paraíso en la Tierra, y solo termina encontrando miseria y opresión. Pero será que el marxismo-comunismo no se ha aplicado aún (eso dicen los defensores del comunismo, que mientras no lo apliquen ellos, sigue siendo nuevo). En ese impasse respecto a la venida del paraíso comunista, han muerto ya muchas generaciones que podrían disfrutar del paraíso celestial prometido por el cristianismo. No hay color… Mientras tanto, que los comunistas sigan esperando su paraíso, que no vendrá jamás.herrgoldmundo escribió: Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, Marx fue mucho más inteligente que Jesucristo, y su gran acierto, que a la postre le permitiría lograr una rápida difusión de sus ideas entre las masas, consistió en prometerles a éstas un paraíso terrenal, es decir, les propuso reducir el tiempo del aplazamiento de las recompensas cristianas. Con la consecución de la utópica sociedad proletaria ya no habría que sufrir una vida de miserias para llegar a un incierto paraíso celestial tras la muerte; el paraíso socialista podía lograrse en la Tierra, a través de la lucha del proletariado. Y, lo más importante, podría disfrutarse en vida.
herrgoldmundo escribió: ¡Y hete aquí que aparece el marxismo, dialéctica de la liberación en mano, y nos propone no aplazar nuestras merecidas recompensas vitales!
Estás sugiriendo que el marxismo es la respuesta que convence a inmaduros infantiles. Curiosa y certera manera de definirlo. Ciertamente, es así. “Lo quiero ahora y ya”. Infantilismo e inmadurez…. el marxismo. ¿Y por qué tiene/ha tenido tanto éxito?. ¿Acaso los regímenes marxistas trajeron el paraíso terrenal?. No…, ¿y por qué tiene/ha tenido tanto éxito?. ¿Tan inmaduros somos los seres humanos?. O simplemente, que nos gusta que nos halaguen los instintos y nos den las cosas hechas (aunque haya que robárselas al vecino)
herrgoldmundo escribió: Toda deconstrucción es interpretación, hermenéutica al cabo, y está al servicio de los intereses de un grupo que aspira a ostentar el poder; y el feminismo, sin complejos, decide arrogarse el derecho a hacer su propia deconstrucción de la historia según sus intereses de "sexo"*, que no de clase. Nada que objetar. Todo grupo o "parte de", aunque no sea consciente de ello, realiza el mismo ejercicio pseudofilosófico por tal de legitimar su verdad o conciencia auténtica.
O sea, el feminismo es hija del marxismo, pero cambiando la lucha de clases por la lucha de sexos, ¿no? Lo que pasa es que, yo diría que se baja un escalón, de la “clase” al “sexo”… Todo es más cutre. Además, hay un imposible: yo nunca podré cambiarme de sexo. Siempre será del sexo opresor…. Ya sé que me puedo cambiar de sexo, independientemente de lo que dicte la naturaleza, pues ahora están tratando de imponer que el sexo no lo defina la biología sino que es un “constructo social”…. Bueno. Pero que no se me ocurra hacer algún delito, pues dejaré de ser una mujer con pene para ser un odioso hombre (y aplicarme las leyes como hombre, no como mujer). Al final la cuestión es quien manda (como decían en Alicia en el país de las maravillas). Y el que manda es el que puede decir que una persona con pene es una mujer o es un hombre. Ridículo… Estamos en unos tiempos ridículos. Desde esta perspectiva feminista, ves el marxismo y hasta parece una cosa seria y elevada.
herrgoldmundo escribió: El cristianismo solo acepta la salvación del buen cristiano, el marxismo la del proletario consciente y el feminismo la de la mujer rebelde y castradora.
O cómo ha ido degenerando la sociedad... El cristianismo acepta todo tipo de personas, hombres-mujeres, esclavos-libres, judíos-griegos. No hace distinción. Todo el mundo puede participar. Ya el marxismo…., y el proletariado…., pero vemos casos de promoción del proletariado, o sea, que no es obligatorio ser proletario siempre (y mala cosa, que siempre se sea). Y el colmo es el feminismo: la mitad de la población condenada de nacimiento (eso sí, siempre habrá hombres-feministos con salvoconducto expedido para su salvación. Esos hombres-feministos deben ser mujeres con pene… Lo podríamos intentar los condenados…, pero ese salvoconducto los expiden ellos, así que, no hay salvación para todo el mundo. Quien tiene la sartén por el mango, es el que manda, y esa es la cuestión).
Rusko- Magna Cum Laude
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Herrgoldmundo,
interesante analogia has traido.
Mas que un debate tu' has propuesto una teoria de analogia historica. Habrian dos o tres puntos no claros, pero por cuestiones politicas; asi que no corresponde mencionarlos. Coincido porque me gusto' el modo en que lo has presentado que no genera dudas. Muy claro, felicitaciones.
Saludos.
interesante analogia has traido.
Mas que un debate tu' has propuesto una teoria de analogia historica. Habrian dos o tres puntos no claros, pero por cuestiones politicas; asi que no corresponde mencionarlos. Coincido porque me gusto' el modo en que lo has presentado que no genera dudas. Muy claro, felicitaciones.
Saludos.
Dorogoi- Magna Cum Laude
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Fecha de inscripción : 16/05/2017
Edad : 72
Localización : Earth planet
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Dorogoi.
Gracias por tu reconocimiento.
Efectivamente, he establecido una analogía (aunque la originalidad corresponde a Bertrand Russell y otros autores), pero no solamente centrándome en las causas que dan origen a las diferentes dialécticas de la liberación, sino también intentando señalar la paradoja que subyace en todas ellas:
Un saludo.
Gracias por tu reconocimiento.
Efectivamente, he establecido una analogía (aunque la originalidad corresponde a Bertrand Russell y otros autores), pero no solamente centrándome en las causas que dan origen a las diferentes dialécticas de la liberación, sino también intentando señalar la paradoja que subyace en todas ellas:
Cualquier teoría de la liberación que pretende emancipar al ser humano, no puede evitar, al tiempo y por tal de imponer su "nueva verdad", convertirse en prepotencia señorial.
Un saludo.
herrgoldmundo- Usuario super
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Rusko.
Dices:
Sí, pero esto es así porque todas las filosofías son hijas de otras filosofías que le precedieron, y todos los movimientos o teorías de la liberación son "inspiraciones" de otros.
Esto bien supo verlo Ortega y Gasset, que defendió la necesidad de progresar (reducir el celo dogmático supremacista) pero asimilando el logos pretérito, no negándolo. Por este motivo Ortega tildó al marxismo de "pseudomoral eslava", porque dicha teoría de la liberación se erigió en supremacista, negando la asimilación de la tradicional herencia histórico-cultural de Occidente (conciencia burguesa) para sustituirla por la nueva conciencia proletaria.
De hecho, Ortega estuvo influenciado, seguramente, por la teoría cognitiva de Piaget, la cual defiende que todo conocimiento nuevo es el resultado de un proceso que asimila lo nuevo equilibrándolo o acomodándolo con lo viejo.
El cristianismo asimiló a Platón y el idealismo de Plotino acomodándolo a creencias paganas provenientes de Oriente; sumó, equilibró y creó algo nuevo a partir de la acomodación de diferentes ideas. Siempre ha sido así. De la misma manera, Marx, consciente o inconscientemente, acomodó la dialéctica hegeliana a la teoría de la liberación cristiana.
El feminismo, valiéndose de la crítica que la Escuela de Frankfurt hizo al marxismo, revisándolo y reinterpretándolo, aprovechó para erigirse en nueva conciencia o conciencia alternativa a la marxista, ya no proletaria sino feminista. Como suelo decir: lo nuevo es lo viejo reactualizado, reinterpretado y adaptado a tiempos nuevos. Nada nuevo bajo el Sol.
Un saludo
Dices:
O sea, el feminismo es hija del marxismo, pero cambiando la lucha de clases por la lucha de sexos, ¿no?
Sí, pero esto es así porque todas las filosofías son hijas de otras filosofías que le precedieron, y todos los movimientos o teorías de la liberación son "inspiraciones" de otros.
Esto bien supo verlo Ortega y Gasset, que defendió la necesidad de progresar (reducir el celo dogmático supremacista) pero asimilando el logos pretérito, no negándolo. Por este motivo Ortega tildó al marxismo de "pseudomoral eslava", porque dicha teoría de la liberación se erigió en supremacista, negando la asimilación de la tradicional herencia histórico-cultural de Occidente (conciencia burguesa) para sustituirla por la nueva conciencia proletaria.
De hecho, Ortega estuvo influenciado, seguramente, por la teoría cognitiva de Piaget, la cual defiende que todo conocimiento nuevo es el resultado de un proceso que asimila lo nuevo equilibrándolo o acomodándolo con lo viejo.
El cristianismo asimiló a Platón y el idealismo de Plotino acomodándolo a creencias paganas provenientes de Oriente; sumó, equilibró y creó algo nuevo a partir de la acomodación de diferentes ideas. Siempre ha sido así. De la misma manera, Marx, consciente o inconscientemente, acomodó la dialéctica hegeliana a la teoría de la liberación cristiana.
El feminismo, valiéndose de la crítica que la Escuela de Frankfurt hizo al marxismo, revisándolo y reinterpretándolo, aprovechó para erigirse en nueva conciencia o conciencia alternativa a la marxista, ya no proletaria sino feminista. Como suelo decir: lo nuevo es lo viejo reactualizado, reinterpretado y adaptado a tiempos nuevos. Nada nuevo bajo el Sol.
Un saludo
herrgoldmundo- Usuario super
- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 01/06/2017
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
herrgoldmundo escribió:Hola a todos.
Me he permitido traer una reflexión que pretende "desnudar" el celo dogmático o prepotencia señorial que subyace, realmente, en toda dialéctica o teoría de la liberación. Reconozco que la reflexión peca de "tocho", pero creo que puede resultar de interés para algunos foreros.
Un saludo.
Cristianismo
En una de mis reflexiones, titulada "Crítica al Manifiesto Comunista", señalé, sin profundizar al respecto, los paralelismos que Bertrand Russell halló entre el cristianismo primigenio y el marxismo.
El judaísmo creó originariamente toda su dialéctica en torno al enfrentamiento entre el pueblo de Israel vs los demás pueblos (gentiles) que, además, fueron históricamente sus dominadores. Así nacía, de hecho, la primera dialéctica de la liberación de la historia: el pueblo elegido por Dios frente a los dominadores que impedían su liberación (Egipto, primero, y más tarde Roma).
El cristianismo, que se gestó durante la dominación de Roma, y pronto se convertiría en una alternativa al judaísmo, universalizó la dialéctica de la liberación (urbi et orbi).
La propuesta de liberación cristiana, a través del amor al prójimo, constituyó, de facto, la primera gran deconstrucción filosófica de la historia y, por ende, de la humanidad, para superar a los poderes o fuerzas dominadoras del momento (Roma).
Toda interpretación dialéctica de la historia parte de la idea común de que la lucha entre contrarios es el motor primero, principio y causa, del devenir histórico y de la humanidad.
Así, la dialéctica judeocristiana intentó superar el antagonismo existente entre gentiles y el pueblo elegido, a través de una síntesis de reconciliación: el amor universal a Dios, el cual convertía a todos los hombres en hermanos. Todos iguales, nadie más que nadie. El cristianismo asentaba, así, no solo las bases de un primigenio igualitarismo, sino que además hacía una promesa de vida eterna: aseguraba, tras la muerte, una justa recompensa en el reino de los cielos, que no en la Tierra.
Marxismo
Si nos fijamos, Marx lo único que hizo fue una deconstrucción del judeocristianismo (reinterpretación) para ajustarlo a las necesidades de su época. Así, los otrora grupos antagónicos, gentiles vs cristianos, pasaron a ser los burgueses vs los proletarios. El socialismo utópico ensayó una nueva síntesis reconciliadora entre ambas clases sociales. Por supuesto, la propuesta reconciliadora del socialismo, como antes la del cristianismo, fue unilateral y estuvo impuesta por una de las partes en conflicto. Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa. Todos iguales, nadie más que nadie. La ideal comunidad socialista habría de estar formada únicamente por la clase trabajadora.
Allí donde el cristianismo reveló, sagradas escrituras mediante, que Dios era el ente o Ser Supremo que daba sentido a la existencia humana, Marx hizo lo propio, a través de un nuevo método de análisis que dio en llamarse materialismo dialéctico, para proclamar que el devenir de la historia había dictaminado que la clase proletaria era el nuevo pueblo elegido para construir el utópico y universal socialismo. Esta nueva dialéctica de la liberación, con las mismas aspiraciones de universalidad que el cristianismo, permitiría a todos los trabajadores del mundo sacudirse el yugo opresor de las clases dominantes (burguesía capitalista).
No toca ahora discutir la validez del materialismo dialéctico como método filosófico que se autolegitimó a sí mismo frente al tradicional idealismo, más espiritual y heredero del judeocristianismo. Baste, tan solo, señalar sus aciertos: cuestionar la verdad de las revelaciones (sagradas escrituras) en tanto éstas eran imposibles de probar, y obligarse a analizar la realidad de forma objetiva. El problema, que siempre es el mismo en lo que respecta a métodos de análisis filosóficos, es que estos siempre están sesgados ideológicamente en mayor o menor medida, pues si se acepta que toda verdad es relativa (y el marxismo lo reconoció, de facto, en "El manifiesto comunista") es claro que cualquier análisis o interpretación (diferente perspectiva) de la realidad será susceptible de pecar de subjetividad.
Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, Marx fue mucho más inteligente que Jesucristo, y su gran acierto, que a la postre le permitiría lograr una rápida difusión de sus ideas entre las masas, consistió en prometerles a éstas un paraíso terrenal, es decir, les propuso reducir el tiempo del aplazamiento de las recompensas cristianas. Con la consecución de la utópica sociedad proletaria ya no habría que sufrir una vida de miserias para llegar a un incierto paraíso celestial tras la muerte; el paraíso socialista podía lograrse en la Tierra, a través de la lucha del proletariado. Y, lo más importante, podría disfrutarse en vida.
La psicología evolutiva nos ha enseñado que ningún niño hasta lo dos o tres años aproximadamente, es capaz de aplazar recompensas. Los niños son exigentes, impacientes y muy egocéntricos; su yo está orientado a la inmediata satisfacción de sus intereses y necesidades.
El proceso de maduración de los niños pasa por diferentes etapas o estadios, a través de los cuales adquirirán, entre otras habilidades cognitivas, el autocontrol de las emociones y el aplazamiento de las recompensas.
Madurar es difícil, pues exige trabajo y sacrificio. Dicho así, puede parecer políticamente incorrecto, incluso cruel, aseverar que un niño deba sacrificarse. Pero es que, de hecho, todo aprendizaje supone un sacrificio vital. El mero hecho de ir al escuela constituye en sí mismo un sacrificio vital, pues la vida libre que pudiera llevar cualquier niño, respondiendo tan solo a sus instintos e impulsos más naturales, se restringe en aras de una necesaria educación y formación.
¿Y qué supone toda educación, sino un aprender a aplazar recompensas?
El niño aprenderá que solo podrá jugar y divertirse cuando haya cumplido con sus deberes y obligaciones; aprenderá que deberá dominar sus impulsos a través de la socialización; aprenderá, en definitiva, que para obtener un aprobado primero tendrá que esforzarse estudiando y trabajando.
La pedagogía social, de hecho, y también en nuestra madurez, nos sigue enseñando cómo aplazar recompensas a lo largo de toda nuestra existencia: tendremos una jubilación cuando hayamos pasado toda nuestra vida trabajando; dispondremos realmente de nuestra vivienda cuando paguemos la hipoteca al banco...
¡Y hete aquí que aparece el marxismo, dialéctica de la liberación en mano, y nos propone no aplazar nuestras merecidas recompensas vitales!
El mensaje reduccionista que cala entre las masas, por supuesto erróneo, es el de que con el socialismo ya no hay que sacrificarse más; podremos vivir mejor y tendremos nuestras necesidades básicas cubiertas por un bienintencionado Estado protector.
¿Qué niño no suscribiría tan golosa propuesta?
De hecho, desde que el socialismo español implantara la LOGSE, nuestros niños son ahora más felices. Sí, vale, también son más ignorantes, pero ¿qué importa? Lo importante es que nuestros niños no sufran y que todos reciban su correspondiente aprobado.
¿Que el día de mañana no estarán preparados para encontrar un trabajo? No pasa nada, ellos ya saben que tendrán derecho a prestaciones, subvenciones y a multitud de tipos de ayudas que les garantizarán la subsistencia.
Por supuesto, ni los ideólogos del marxismo ni sus intelectuales son niños. La élite intelectual que todavía se obstina en revisar y actualizar la teoría marxista está constituida por gente de valía, está concienciada (en el sentido más positivo del término) y es portadora, todavía, de loables valores éticos y morales.
El problema es que las masas, las que se muestran fervientes seguidoras de opciones de izquierdas, no votan, en su mayoría al menos, unos ideales de igualdad, justicia y progreso, sino que votan como niños egocéntricos e inmaduros, esperando que el Estado les recompense (satisfaga sus necesidades) como ellos se merecen.
Reclaman derechos y más derechos, pero no quieren saber nada de obligaciones, y si el partido de los suyos les decepciona (pongamos por ejemplo el PSOE) no tienen empacho alguno en votar al PP . ¿Qué importan los valores? De esos hay muchos, lo que las masas desean es la felicidad, no aplazar recompensas a las que tienen derecho porque sí, porque ellas lo valen.
Cuando un sistema comunista llega al poder... ¿Qué es lo primero que se ve obligado a hacer?
Una dictadura. Sí, porque nadie mejor que sus ideólogos saben del carácter rebelde e indócil de las masas. ¿Cómo no habrían de saberlo si fueron ellos, la intelligentsia ideológica, quienes se encargaron de rebelarles contra el sistema, quienes se encargaron de hacerles creer que era posible vivir teniendo todas las necesidades básicas cubiertas y sin sacrificio alguno?
Una vez que las avanzadas sociedades occidentales son conscientes del fracaso del socialismo utópico, no tienen más remedio que crear híbridos ideológicos: socioliberalismo, anarcoliberalismo, anarcocapitalismo...
Feminismo
Pero hete aquí que ante el fracaso de la transmutación de valores llevada a cabo por el marxismo, aparece la Escuela de Frankfurt, con Theodor Adorno al frente de la misma, y se vuelven a ensayar nuevas dialécticas, entre ellas las de la ilustración y la negación.
Ahora, constatada y certificada la crisis ideológica de la postmodernidad, se prescindirá descaradamente de la objetividad racional del materialismo dialéctico y se legitimará abiertamente la irracionalidad del deconstructivismo (interpretación subjetiva de la historia) al servicio de los intereses de diferentes grupos o clases; todos ellos con agravios y cuentas pendientes con el tradicional poder dominante. Nacerá, así, la última y más importante dialéctica de la liberación de la época más reciente: el feminismo.
El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante. Pero con la nueva propuesta de liberación de la mujer, el feminismo reconoce, implícitamente, que el materialismo dialéctico del marxismo fue, tan solo, una herramienta necesaria para disfrazar de racionalidad la primera gran deconstrucción subjetiva de la historia.
Toda deconstrucción es interpretación, hermenéutica al cabo, y está al servicio de los intereses de un grupo que aspira a ostentar el poder; y el feminismo, sin complejos, decide arrogarse el derecho a hacer su propia deconstrucción de la historia según sus intereses de "sexo"*, que no de clase. Nada que objetar. Todo grupo o "parte de", aunque no sea consciente de ello, realiza el mismo ejercicio pseudofilosófico por tal de legitimar su verdad o conciencia auténtica.
El feminismo se muestra con un nuevo espíritu revolucionario, poético y artístico, pacífico y más acorde con las sensibilidades actuales. Ha hecho suyo el dolor de una época sumida en la desesperanza y el nihilismo, como antaño hicieran Marx y Engels durante la deshumanizada revolución industrial, pero el feminismo propone una cura de pensamiento defensivo frente a las proclamas beligerantes de las pretéritas dictaduras proletarias.
El pensamiento defensivo, caracterizado por la resistencia y la oposición pacífica frente a las injusticias, dice no desear el poder, porque ello supondría cometer los mismos errores que las tradicionales sociedades patriarcales dominantes. Pero he ahí una vez más, como bien señala la pensadora María Teresa Zubiaurre, la gran aporía a resolver: ¿Cómo podría el feminismo defender su razón de ser sin aspirar a controlar el poder?
Y sin embargo, a pesar de toda la retórica en torno al pensamiento defensivo que subyace en su dialéctica, el feminismo vuelve a decirnos lo mismo, pero interpretando la realidad desde otra perspectiva y a través de otros valores.
Donde antes había un pueblo elegido (judeocristianimo) y el marxismo propuso una clase elegida (proletariado) ahora será un sexo (femenino) el llamado a llevar a cabo la última gran revolución de la humanidad.
Si el cristianismo propuso una revolución igualitaria entre todos los hombres, y el marxismo entre todos los proletarios, el feminismo propondrá la revolución igualitaria entre sexos (hombres y mujeres). Sin embargo, sus conciencias prepotentes les delatan a todos ellos. El cristianismo solo acepta la salvación del buen cristiano, el marxismo la del proletario consciente y el feminismo la de la mujer rebelde y castradora.
Cada uno de estos supremacismos se muestra beligerante con los herejes de cada época. Pero el feminismo, haciendo uso del pensamiento defensivo, "suaviza" sus formas de lucha y troca la hoguera inquisidora y el gulag reeducador por acciones subversivas y provocadoras (mostrar sus pechos desnudos, profanar iglesias...) y, sobre todo, haciendo boicots y escraches a cualquier hereje que no se reconozca "feminista".
El feminismo pretenderá sustituir el tradicional patriarcado dominante (Dios = padre) por sociedades matriarcales (naturaleza= madre) y por ello resultará inevitable que, frente a la rigidez de la racionalidad masculina, apueste por la flexibilidad de la irracionalidad femenina. La intuición, la sensibilidad y el arte se antepondrán a la razón y la lógica. El amor y el pacifismo serán los valores antagónicos a la competitividad, agresividad y beligerancia masculina.
De nuevo se repite el error del cristianismo y el marxismo de pretender crear una nueva conciencia auténtica de forma unilateral y según los valores e intereses de una "parte de", en este caso desde la perspectiva sesgada del sexo femenino.
Sí, es cierto, cambian las formas, pues allí donde había una instintiva masculinidad dispuesta a dominar haciendo uso de la fuerza, el feminismo ejercerá una resistencia pasiva, transgresora y reivindicativa, por tal de lograr la liberación de la mujer y, a la postre, de toda la humanidad, pues el feminismo se erige, como sus predecesores, en una nueva alternativa o cosmovisión para dar sentido a la existencia humana, pero a través de los valores matriarcales.
Y es llegados a este punto, en lo concerniente al interés en legitimarse como alternativa de salvación universal, cuando el feminismo vuelve a cometer los mismos errores que las teorías críticas que le precedieron en el pasado, pues si antes todos debían ser cristianos, y después proletarios, ahora todo el que se precie de ser una buena persona, defensora de valores de igualdad y de justicia, habrá de abrazar la nueva conciencia auténtica y proclamarse feminista. ¡Amén!
* El feminismo no busca la igualdad entre los sexos, sino la supremacía del sexo femenino. No tiene sentido hablar de "géneros", sino de sexos, como no tiene sentido hablar de "clases", sino de personas. Ningún supremacismo, convertido en teoría de la liberación, pretende realmente "liberar" a TODAS las clases de personas, sean del sexo que sean, sino solo a aquellas que formen "parte de" la conciencia verdadera creada por él mismo.
Hola hergolmundo:
Creo que hay varios errores de base en tu exposición. Para no alargarme demasiado voy a intentar resumir.
Punto uno. Dices que Marx es más inteligente que Cristo porque promete bienes fácilmente alcanzables o bienes más próximos que una hipotética vida eterna. ¿Y qué diferencia hay entre eso y el vendedor de "crecepelo" que promete una lustrosa melena a los seis meses de usar su milagroso producto? ¿Y qué diferencia hay entre lo que promete Marx a sus revolucionarios proletarios con las promesas de un general a sus empobrecidos soldados que van a arriesgar sus vidas para conseguir un suculento botín al alcanzar la victoria? Desde miles de años antes que Marx, ya se prometían grandes bienes inmediatos a los que se sumaban a determinadas causas. No tiene nada de nuevo.
Y no, el cristianismo no tiene nada que ver con eso, y plantearlo de ese modo es desconocer absolutamente lo que es una cosa y lo que es otra.
El cristianismo no es ningún mensaje para una revolución social, el cristianismo tiene su fuerza en que es una revolución interior e individual de cada persona en sí misma en búsqueda de la perfección y la unión con Dios. Nada que ver con un mensaje revolucionario o de involución social.
Tampoco es cierto que el cristianismo busque el igualitarismo, esa es una visión muy reduccionista y bastante distante de lo que es el cristianismo.
Punto dos: No es cierto esto que dices: "Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa" Si bien es cierta la segunda premisa, no lo es la primera. El cristianismo jamás obligó a aceptar un conciencia única o verdadera, el cristianismo difundió un mensaje para que el que quisiera aceptarlo lo aceptase y que el no quisiera no lo aceptase. No es, ni con mucho, un movimiento social o una doctrina política. Otra cosa es que durante siglos fuese manejado por personas que buscaban el poder, como medio para alcanzarlo.
Partes de una visión simplista de lo que es el cristianismo al asemejarlo a una ideología política o social, cuando evidentemente, y para el que lo conozca un poco, no tiene nada que ver con eso.
Punto tres El feminismo es radicalmente marxista. Por supuesto que hablamos del feminismo ideológico y no de las reivindicaciones de la mujer que están muy alejadas de lo que entendemos por feminismo.
El feminismo como instrumento revolucionario se fundamente en la destrucción de las bases tradicionales cristianas. (no existe feminismo fuera de la sociedad occidental de raíces cristianas). El feminismo actual no es un movimiento integrador ni es un movimiento reivindicativo de personas con derechos limitados frente a otros con derechos completos, el feminismo lucha, ideologícamente, contra los fundamentos de las sociedades libres asimilando los postulados y las estrategias propagandísticas del más rancio marxismo.
La destrucción de la familia como vehículo vertebrador de la sociedad y como vehículo de socialización de los hijos, es la máxima aspiración del feminismo que tiene como final último la capitalización de la educación en "valores" (como ellos dicen) de las nuevas generaciones para su conveniente adoctrinamiento. Si no existe la familia y los hijos están en disposición de ser adoctrinados por el estado o por el pensamiento único reinante, tanto antes llegará la ansiada revolución.
El marxismo es camaleónico y adopta toda clase de disfraces sin desviarse ni una coma de su fin último: La utilización del individuo para subvertir la paz social que justifique la llegada al poder del marxismo. La familia tradicional es el mayor obstáculo con el que se encuentra el feminismo para conseguir esos fines, es por eso que se actúa sobre el lenguaje para descafeinar instituciones como el matrimonio, los hijos, el sexo o la educación.
Decir que el feminismo no es marxista cuando nos encontramos con cosas como esta y cuando no hay feminista radical que no milite en algún partido de la izquierda marxista, es tener una visión bastante corta del problema.
Un saludo.
zampabol- Magna Cum Laude
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Fecha de inscripción : 27/04/2017
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Zampa.zampabol escribió:
Hola hergolmundo:
Creo que hay varios errores de base en tu exposición. Para no alargarme demasiado voy a intentar resumir.
Punto uno. Dices que Marx es más inteligente que Cristo porque promete bienes fácilmente alcanzables o bienes más próximos que una hipotética vida eterna. ¿Y qué diferencia hay entre eso y el vendedor de "crecepelo" que promete una lustrosa melena a los seis meses de usar su milagroso producto? ¿Y qué diferencia hay entre lo que promete Marx a sus revolucionarios proletarios con las promesas de un general a sus empobrecidos soldados que van a arriesgar sus vidas para conseguir un suculento botín al alcanzar la victoria? Desde miles de años antes que Marx, ya se prometían grandes bienes inmediatos a los que se sumaban a determinadas causas. No tiene nada de nuevo.
Y no, el cristianismo no tiene nada que ver con eso, y plantearlo de ese modo es desconocer absolutamente lo que es una cosa y lo que es otra.
El cristianismo no es ningún mensaje para una revolución social, el cristianismo tiene su fuerza en que es una revolución interior e individual de cada persona en sí misma en búsqueda de la perfección y la unión con Dios. Nada que ver con un mensaje revolucionario o de involución social.
Tampoco es cierto que el cristianismo busque el igualitarismo, esa es una visión muy reduccionista y bastante distante de lo que es el cristianismo.
Punto dos: No es cierto esto que dices: "Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa" Si bien es cierta la segunda premisa, no lo es la primera. El cristianismo jamás obligó a aceptar un conciencia única o verdadera, el cristianismo difundió un mensaje para que el que quisiera aceptarlo lo aceptase y que el no quisiera no lo aceptase. No es, ni con mucho, un movimiento social o una doctrina política. Otra cosa es que durante siglos fuese manejado por personas que buscaban el poder, como medio para alcanzarlo.
Partes de una visión simplista de lo que es el cristianismo al asemejarlo a una ideología política o social, cuando evidentemente, y para el que lo conozca un poco, no tiene nada que ver con eso.
Punto tres El feminismo es radicalmente marxista. Por supuesto que hablamos del feminismo ideológico y no de las reivindicaciones de la mujer que están muy alejadas de lo que entendemos por feminismo.
El feminismo como instrumento revolucionario se fundamente en la destrucción de las bases tradicionales cristianas. (no existe feminismo fuera de la sociedad occidental de raíces cristianas). El feminismo actual no es un movimiento integrador ni es un movimiento reivindicativo de personas con derechos limitados frente a otros con derechos completos, el feminismo lucha, ideologícamente, contra los fundamentos de las sociedades libres asimilando los postulados y las estrategias propagandísticas del más rancio marxismo.
La destrucción de la familia como vehículo vertebrador de la sociedad y como vehículo de socialización de los hijos, es la máxima aspiración del feminismo que tiene como final último la capitalización de la educación en "valores" (como ellos dicen) de las nuevas generaciones para su conveniente adoctrinamiento. Si no existe la familia y los hijos están en disposición de ser adoctrinados por el estado o por el pensamiento único reinante, tanto antes llegará la ansiada revolución.
El marxismo es camaleónico y adopta toda clase de disfraces sin desviarse ni una coma de su fin último: La utilización del individuo para subvertir la paz social que justifique la llegada al poder del marxismo. La familia tradicional es el mayor obstáculo con el que se encuentra el feminismo para conseguir esos fines, es por eso que se actúa sobre el lenguaje para descafeinar instituciones como el matrimonio, los hijos, el sexo o la educación.
Decir que el feminismo no es marxista cuando nos encontramos con cosas como esta y cuando no hay feminista radical que no milite en algún partido de la izquierda marxista, es tener una visión bastante corta del problema.
Un saludo.
Punto uno:
Si no consideraras a Jesus el hijo de tu dios podrias abrir la mente a las cosas terrenales y ver lo que el cristianismo enfrento’ desde el punto de vista politico y la revolucion social que significo’ (y que aplaudo). Si yo considerara a Marx un dios tampoco veria sus defectos y virtudes.
Punto dos:
Nadie obliga a nadie. Cada uno esposa una causa o una doctrina cuando quiere y “si quiere”. En el marxismo es lo mismo. Son las causas vencedoras y bien planteadas las que vencen sobre las masas como las de Jesus y Marx. Nada de imposiciones. El marxismo es una explicacion historica y del capitalismo. Una revolucion social. El que quiera aceptarlo lo acepta, como al cristianismo.
Punto tres:
Decir que el feminismo es marxista es porque quieres desprestigiarlo a tu manera e insultarlo, pero no lo logras porque no es marxista y para muchos el hecho de ser marxistas es un elogio. Tener el repudio tuyo y los que piensen como tu’ es el exito de sus esfuerzos,
Chau Zampa. Gracias por participar (Admin).
Dorogoi- Magna Cum Laude
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
herrgoldmundo escribió:Hola a todos.
Me he permitido traer una reflexión que pretende "desnudar" el celo dogmático o prepotencia señorial que subyace, realmente, en toda dialéctica o teoría de la liberación. Reconozco que la reflexión peca de "tocho", pero creo que puede resultar de interés para algunos foreros.
Un saludo.
Cristianismo
En una de mis reflexiones, titulada "Crítica al Manifiesto Comunista", señalé, sin profundizar al respecto, los paralelismos que Bertrand Russell halló entre el cristianismo primigenio y el marxismo.
El judaísmo creó originariamente toda su dialéctica en torno al enfrentamiento entre el pueblo de Israel vs los demás pueblos (gentiles) que, además, fueron históricamente sus dominadores. Así nacía, de hecho, la primera dialéctica de la liberación de la historia: el pueblo elegido por Dios frente a los dominadores que impedían su liberación (Egipto, primero, y más tarde Roma).
El cristianismo, que se gestó durante la dominación de Roma, y pronto se convertiría en una alternativa al judaísmo, universalizó la dialéctica de la liberación (urbi et orbi).
La propuesta de liberación cristiana, a través del amor al prójimo, constituyó, de facto, la primera gran deconstrucción filosófica de la historia y, por ende, de la humanidad, para superar a los poderes o fuerzas dominadoras del momento (Roma).
Toda interpretación dialéctica de la historia parte de la idea común de que la lucha entre contrarios es el motor primero, principio y causa, del devenir histórico y de la humanidad.
Así, la dialéctica judeocristiana intentó superar el antagonismo existente entre gentiles y el pueblo elegido, a través de una síntesis de reconciliación: el amor universal a Dios, el cual convertía a todos los hombres en hermanos. Todos iguales, nadie más que nadie. El cristianismo asentaba, así, no solo las bases de un primigenio igualitarismo, sino que además hacía una promesa de vida eterna: aseguraba, tras la muerte, una justa recompensa en el reino de los cielos, que no en la Tierra.
Marxismo
Si nos fijamos, Marx lo único que hizo fue una deconstrucción del judeocristianismo (reinterpretación) para ajustarlo a las necesidades de su época. Así, los otrora grupos antagónicos, gentiles vs cristianos, pasaron a ser los burgueses vs los proletarios. El socialismo utópico ensayó una nueva síntesis reconciliadora entre ambas clases sociales. Por supuesto, la propuesta reconciliadora del socialismo, como antes la del cristianismo, fue unilateral y estuvo impuesta por una de las partes en conflicto. Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa. Todos iguales, nadie más que nadie. La ideal comunidad socialista habría de estar formada únicamente por la clase trabajadora.
Allí donde el cristianismo reveló, sagradas escrituras mediante, que Dios era el ente o Ser Supremo que daba sentido a la existencia humana, Marx hizo lo propio, a través de un nuevo método de análisis que dio en llamarse materialismo dialéctico, para proclamar que el devenir de la historia había dictaminado que la clase proletaria era el nuevo pueblo elegido para construir el utópico y universal socialismo. Esta nueva dialéctica de la liberación, con las mismas aspiraciones de universalidad que el cristianismo, permitiría a todos los trabajadores del mundo sacudirse el yugo opresor de las clases dominantes (burguesía capitalista).
No toca ahora discutir la validez del materialismo dialéctico como método filosófico que se autolegitimó a sí mismo frente al tradicional idealismo, más espiritual y heredero del judeocristianismo. Baste, tan solo, señalar sus aciertos: cuestionar la verdad de las revelaciones (sagradas escrituras) en tanto éstas eran imposibles de probar, y obligarse a analizar la realidad de forma objetiva. El problema, que siempre es el mismo en lo que respecta a métodos de análisis filosóficos, es que estos siempre están sesgados ideológicamente en mayor o menor medida, pues si se acepta que toda verdad es relativa (y el marxismo lo reconoció, de facto, en "El manifiesto comunista") es claro que cualquier análisis o interpretación (diferente perspectiva) de la realidad será susceptible de pecar de subjetividad.
Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, Marx fue mucho más inteligente que Jesucristo, y su gran acierto, que a la postre le permitiría lograr una rápida difusión de sus ideas entre las masas, consistió en prometerles a éstas un paraíso terrenal, es decir, les propuso reducir el tiempo del aplazamiento de las recompensas cristianas. Con la consecución de la utópica sociedad proletaria ya no habría que sufrir una vida de miserias para llegar a un incierto paraíso celestial tras la muerte; el paraíso socialista podía lograrse en la Tierra, a través de la lucha del proletariado. Y, lo más importante, podría disfrutarse en vida.
La psicología evolutiva nos ha enseñado que ningún niño hasta lo dos o tres años aproximadamente, es capaz de aplazar recompensas. Los niños son exigentes, impacientes y muy egocéntricos; su yo está orientado a la inmediata satisfacción de sus intereses y necesidades.
El proceso de maduración de los niños pasa por diferentes etapas o estadios, a través de los cuales adquirirán, entre otras habilidades cognitivas, el autocontrol de las emociones y el aplazamiento de las recompensas.
Madurar es difícil, pues exige trabajo y sacrificio. Dicho así, puede parecer políticamente incorrecto, incluso cruel, aseverar que un niño deba sacrificarse. Pero es que, de hecho, todo aprendizaje supone un sacrificio vital. El mero hecho de ir al escuela constituye en sí mismo un sacrificio vital, pues la vida libre que pudiera llevar cualquier niño, respondiendo tan solo a sus instintos e impulsos más naturales, se restringe en aras de una necesaria educación y formación.
¿Y qué supone toda educación, sino un aprender a aplazar recompensas?
El niño aprenderá que solo podrá jugar y divertirse cuando haya cumplido con sus deberes y obligaciones; aprenderá que deberá dominar sus impulsos a través de la socialización; aprenderá, en definitiva, que para obtener un aprobado primero tendrá que esforzarse estudiando y trabajando.
La pedagogía social, de hecho, y también en nuestra madurez, nos sigue enseñando cómo aplazar recompensas a lo largo de toda nuestra existencia: tendremos una jubilación cuando hayamos pasado toda nuestra vida trabajando; dispondremos realmente de nuestra vivienda cuando paguemos la hipoteca al banco...
¡Y hete aquí que aparece el marxismo, dialéctica de la liberación en mano, y nos propone no aplazar nuestras merecidas recompensas vitales!
El mensaje reduccionista que cala entre las masas, por supuesto erróneo, es el de que con el socialismo ya no hay que sacrificarse más; podremos vivir mejor y tendremos nuestras necesidades básicas cubiertas por un bienintencionado Estado protector.
¿Qué niño no suscribiría tan golosa propuesta?
De hecho, desde que el socialismo español implantara la LOGSE, nuestros niños son ahora más felices. Sí, vale, también son más ignorantes, pero ¿qué importa? Lo importante es que nuestros niños no sufran y que todos reciban su correspondiente aprobado.
¿Que el día de mañana no estarán preparados para encontrar un trabajo? No pasa nada, ellos ya saben que tendrán derecho a prestaciones, subvenciones y a multitud de tipos de ayudas que les garantizarán la subsistencia.
Por supuesto, ni los ideólogos del marxismo ni sus intelectuales son niños. La élite intelectual que todavía se obstina en revisar y actualizar la teoría marxista está constituida por gente de valía, está concienciada (en el sentido más positivo del término) y es portadora, todavía, de loables valores éticos y morales.
El problema es que las masas, las que se muestran fervientes seguidoras de opciones de izquierdas, no votan, en su mayoría al menos, unos ideales de igualdad, justicia y progreso, sino que votan como niños egocéntricos e inmaduros, esperando que el Estado les recompense (satisfaga sus necesidades) como ellos se merecen.
Reclaman derechos y más derechos, pero no quieren saber nada de obligaciones, y si el partido de los suyos les decepciona (pongamos por ejemplo el PSOE) no tienen empacho alguno en votar al PP . ¿Qué importan los valores? De esos hay muchos, lo que las masas desean es la felicidad, no aplazar recompensas a las que tienen derecho porque sí, porque ellas lo valen.
Cuando un sistema comunista llega al poder... ¿Qué es lo primero que se ve obligado a hacer?
Una dictadura. Sí, porque nadie mejor que sus ideólogos saben del carácter rebelde e indócil de las masas. ¿Cómo no habrían de saberlo si fueron ellos, la intelligentsia ideológica, quienes se encargaron de rebelarles contra el sistema, quienes se encargaron de hacerles creer que era posible vivir teniendo todas las necesidades básicas cubiertas y sin sacrificio alguno?
Una vez que las avanzadas sociedades occidentales son conscientes del fracaso del socialismo utópico, no tienen más remedio que crear híbridos ideológicos: socioliberalismo, anarcoliberalismo, anarcocapitalismo...
Feminismo
Pero hete aquí que ante el fracaso de la transmutación de valores llevada a cabo por el marxismo, aparece la Escuela de Frankfurt, con Theodor Adorno al frente de la misma, y se vuelven a ensayar nuevas dialécticas, entre ellas las de la ilustración y la negación.
Ahora, constatada y certificada la crisis ideológica de la postmodernidad, se prescindirá descaradamente de la objetividad racional del materialismo dialéctico y se legitimará abiertamente la irracionalidad del deconstructivismo (interpretación subjetiva de la historia) al servicio de los intereses de diferentes grupos o clases; todos ellos con agravios y cuentas pendientes con el tradicional poder dominante. Nacerá, así, la última y más importante dialéctica de la liberación de la época más reciente: el feminismo.
El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante. Pero con la nueva propuesta de liberación de la mujer, el feminismo reconoce, implícitamente, que el materialismo dialéctico del marxismo fue, tan solo, una herramienta necesaria para disfrazar de racionalidad la primera gran deconstrucción subjetiva de la historia.
Toda deconstrucción es interpretación, hermenéutica al cabo, y está al servicio de los intereses de un grupo que aspira a ostentar el poder; y el feminismo, sin complejos, decide arrogarse el derecho a hacer su propia deconstrucción de la historia según sus intereses de "sexo"*, que no de clase. Nada que objetar. Todo grupo o "parte de", aunque no sea consciente de ello, realiza el mismo ejercicio pseudofilosófico por tal de legitimar su verdad o conciencia auténtica.
El feminismo se muestra con un nuevo espíritu revolucionario, poético y artístico, pacífico y más acorde con las sensibilidades actuales. Ha hecho suyo el dolor de una época sumida en la desesperanza y el nihilismo, como antaño hicieran Marx y Engels durante la deshumanizada revolución industrial, pero el feminismo propone una cura de pensamiento defensivo frente a las proclamas beligerantes de las pretéritas dictaduras proletarias.
El pensamiento defensivo, caracterizado por la resistencia y la oposición pacífica frente a las injusticias, dice no desear el poder, porque ello supondría cometer los mismos errores que las tradicionales sociedades patriarcales dominantes. Pero he ahí una vez más, como bien señala la pensadora María Teresa Zubiaurre, la gran aporía a resolver: ¿Cómo podría el feminismo defender su razón de ser sin aspirar a controlar el poder?
Y sin embargo, a pesar de toda la retórica en torno al pensamiento defensivo que subyace en su dialéctica, el feminismo vuelve a decirnos lo mismo, pero interpretando la realidad desde otra perspectiva y a través de otros valores.
Donde antes había un pueblo elegido (judeocristianimo) y el marxismo propuso una clase elegida (proletariado) ahora será un sexo (femenino) el llamado a llevar a cabo la última gran revolución de la humanidad.
Si el cristianismo propuso una revolución igualitaria entre todos los hombres, y el marxismo entre todos los proletarios, el feminismo propondrá la revolución igualitaria entre sexos (hombres y mujeres). Sin embargo, sus conciencias prepotentes les delatan a todos ellos. El cristianismo solo acepta la salvación del buen cristiano, el marxismo la del proletario consciente y el feminismo la de la mujer rebelde y castradora.
Cada uno de estos supremacismos se muestra beligerante con los herejes de cada época. Pero el feminismo, haciendo uso del pensamiento defensivo, "suaviza" sus formas de lucha y troca la hoguera inquisidora y el gulag reeducador por acciones subversivas y provocadoras (mostrar sus pechos desnudos, profanar iglesias...) y, sobre todo, haciendo boicots y escraches a cualquier hereje que no se reconozca "feminista".
El feminismo pretenderá sustituir el tradicional patriarcado dominante (Dios = padre) por sociedades matriarcales (naturaleza= madre) y por ello resultará inevitable que, frente a la rigidez de la racionalidad masculina, apueste por la flexibilidad de la irracionalidad femenina. La intuición, la sensibilidad y el arte se antepondrán a la razón y la lógica. El amor y el pacifismo serán los valores antagónicos a la competitividad, agresividad y beligerancia masculina.
De nuevo se repite el error del cristianismo y el marxismo de pretender crear una nueva conciencia auténtica de forma unilateral y según los valores e intereses de una "parte de", en este caso desde la perspectiva sesgada del sexo femenino.
Sí, es cierto, cambian las formas, pues allí donde había una instintiva masculinidad dispuesta a dominar haciendo uso de la fuerza, el feminismo ejercerá una resistencia pasiva, transgresora y reivindicativa, por tal de lograr la liberación de la mujer y, a la postre, de toda la humanidad, pues el feminismo se erige, como sus predecesores, en una nueva alternativa o cosmovisión para dar sentido a la existencia humana, pero a través de los valores matriarcales.
Y es llegados a este punto, en lo concerniente al interés en legitimarse como alternativa de salvación universal, cuando el feminismo vuelve a cometer los mismos errores que las teorías críticas que le precedieron en el pasado, pues si antes todos debían ser cristianos, y después proletarios, ahora todo el que se precie de ser una buena persona, defensora de valores de igualdad y de justicia, habrá de abrazar la nueva conciencia auténtica y proclamarse feminista. ¡Amén!
* El feminismo no busca la igualdad entre los sexos, sino la supremacía del sexo femenino. No tiene sentido hablar de "géneros", sino de sexos, como no tiene sentido hablar de "clases", sino de personas. Ningún supremacismo, convertido en teoría de la liberación, pretende realmente "liberar" a TODAS las clases de personas, sean del sexo que sean, sino solo a aquellas que formen "parte de" la conciencia verdadera creada por él mismo.
te lei despacito y con detenimiento, porque me fuiste bien recomendado. pero mira que escribiste sandeces.
confundes SOCIALISMO con COMUNISMO
crees que la filosofia marxista es el MANIFIESTO COMUNISTA.
no entiendes nada sobre la aplicacion de la DIALECTICA MARXISTA
eres uno mas entre muchos tantos, que no puede separar al marx filosofico de el errado marx politico
era todo
saludo marxista
cripton36- Veterano Plus
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
cripton36 escribió:te lei despacito y con detenimiento, porque me fuiste bien recomendado. pero mira que escribiste sandeces.
confundes SOCIALISMO con COMUNISMO
crees que la filosofia marxista es el MANIFIESTO COMUNISTA.
no entiendes nada sobre la aplicacion de la DIALECTICA MARXISTA
eres uno mas entre muchos tantos, que no puede separar al marx filosofico de el errado marx politico
era todo
saludo marxista
Esto es lo que yo llamo tirar la piedra y esconder la mano. cripton36, siempre te he visto criticar y ya, nunca expones de forma sistemática y ordenada y si acaso llegas a tirar un par de conceptos que no alcanzan a que nadie comprenda de qué rayos hablas.
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El tema es muy interesante pero a la vez extenso y estos días ando algo ocupado. Hace días leía sobre las consecuencias de las teorías de la liberación en la Latinoamérica del siglo XX, entre ellas "La Teoría de la Dependencia" y "La Teología de la liberación". Prometo volver en cuanto pueda y aportar sobre esto que menciono.
Saludos.
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Nietzscheano escribió:cripton36 escribió:te lei despacito y con detenimiento, porque me fuiste bien recomendado. pero mira que escribiste sandeces.
confundes SOCIALISMO con COMUNISMO
crees que la filosofia marxista es el MANIFIESTO COMUNISTA.
no entiendes nada sobre la aplicacion de la DIALECTICA MARXISTA
eres uno mas entre muchos tantos, que no puede separar al marx filosofico de el errado marx politico
era todo
saludo marxista
Esto es lo que yo llamo tirar la piedra y esconder la mano. cripton36, siempre te he visto criticar y ya, nunca expones de forma sistemática y ordenada y si acaso llegas a tirar un par de conceptos que no alcanzan a que nadie comprenda de qué rayos hablas.
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El tema es muy interesante pero a la vez extenso y estos días ando algo ocupado. Hace días leía sobre las consecuencias de las teorías de la liberación en la Latinoamérica del siglo XX, entre ellas "La Teoría de la Dependencia" y "La Teología de la liberación". Prometo volver en cuanto pueda y aportar sobre esto que menciono.
Saludos.
una cosa es la TEORIA DE LA LIBERACION y otra completamente distinta es la FILOSOFIA MARXISTA.
si no entiendes algo, puedes preguntar y preguntar hasta enterderlo o puedes hacer lo que yo hago. ESTUDIAR, ESTUDIAR Y MUCHO ESTUDIAR.
saludo marxista
cripton36- Veterano Plus
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Dorogoi escribió:Hola Zampa.zampabol escribió:
Hola hergolmundo:
Creo que hay varios errores de base en tu exposición. Para no alargarme demasiado voy a intentar resumir.
Punto uno. Dices que Marx es más inteligente que Cristo porque promete bienes fácilmente alcanzables o bienes más próximos que una hipotética vida eterna. ¿Y qué diferencia hay entre eso y el vendedor de "crecepelo" que promete una lustrosa melena a los seis meses de usar su milagroso producto? ¿Y qué diferencia hay entre lo que promete Marx a sus revolucionarios proletarios con las promesas de un general a sus empobrecidos soldados que van a arriesgar sus vidas para conseguir un suculento botín al alcanzar la victoria? Desde miles de años antes que Marx, ya se prometían grandes bienes inmediatos a los que se sumaban a determinadas causas. No tiene nada de nuevo.
Y no, el cristianismo no tiene nada que ver con eso, y plantearlo de ese modo es desconocer absolutamente lo que es una cosa y lo que es otra.
El cristianismo no es ningún mensaje para una revolución social, el cristianismo tiene su fuerza en que es una revolución interior e individual de cada persona en sí misma en búsqueda de la perfección y la unión con Dios. Nada que ver con un mensaje revolucionario o de involución social.
Tampoco es cierto que el cristianismo busque el igualitarismo, esa es una visión muy reduccionista y bastante distante de lo que es el cristianismo.
Punto dos: No es cierto esto que dices: "Si el cristianismo obligó a aceptar como conciencia auténtica (la verdadera) la de los cristianos frente a los paganos, el marxismo hizo lo propio y sentenció que la conciencia auténtica (dictamen de la historia mediante) era la proletaria frente a la burguesa" Si bien es cierta la segunda premisa, no lo es la primera. El cristianismo jamás obligó a aceptar un conciencia única o verdadera, el cristianismo difundió un mensaje para que el que quisiera aceptarlo lo aceptase y que el no quisiera no lo aceptase. No es, ni con mucho, un movimiento social o una doctrina política. Otra cosa es que durante siglos fuese manejado por personas que buscaban el poder, como medio para alcanzarlo.
Partes de una visión simplista de lo que es el cristianismo al asemejarlo a una ideología política o social, cuando evidentemente, y para el que lo conozca un poco, no tiene nada que ver con eso.
Punto tres El feminismo es radicalmente marxista. Por supuesto que hablamos del feminismo ideológico y no de las reivindicaciones de la mujer que están muy alejadas de lo que entendemos por feminismo.
El feminismo como instrumento revolucionario se fundamente en la destrucción de las bases tradicionales cristianas. (no existe feminismo fuera de la sociedad occidental de raíces cristianas). El feminismo actual no es un movimiento integrador ni es un movimiento reivindicativo de personas con derechos limitados frente a otros con derechos completos, el feminismo lucha, ideologícamente, contra los fundamentos de las sociedades libres asimilando los postulados y las estrategias propagandísticas del más rancio marxismo.
La destrucción de la familia como vehículo vertebrador de la sociedad y como vehículo de socialización de los hijos, es la máxima aspiración del feminismo que tiene como final último la capitalización de la educación en "valores" (como ellos dicen) de las nuevas generaciones para su conveniente adoctrinamiento. Si no existe la familia y los hijos están en disposición de ser adoctrinados por el estado o por el pensamiento único reinante, tanto antes llegará la ansiada revolución.
El marxismo es camaleónico y adopta toda clase de disfraces sin desviarse ni una coma de su fin último: La utilización del individuo para subvertir la paz social que justifique la llegada al poder del marxismo. La familia tradicional es el mayor obstáculo con el que se encuentra el feminismo para conseguir esos fines, es por eso que se actúa sobre el lenguaje para descafeinar instituciones como el matrimonio, los hijos, el sexo o la educación.
Decir que el feminismo no es marxista cuando nos encontramos con cosas como esta y cuando no hay feminista radical que no milite en algún partido de la izquierda marxista, es tener una visión bastante corta del problema.
Un saludo.
Punto uno:
Si no consideraras a Jesus el hijo de tu dios podrias abrir la mente a las cosas terrenales y ver lo que el cristianismo enfrento’ desde el punto de vista politico y la revolucion social que significo’ (y que aplaudo). Si yo considerara a Marx un dios tampoco veria sus defectos y virtudes.
Punto dos:
Nadie obliga a nadie. Cada uno esposa una causa o una doctrina cuando quiere y “si quiere”. En el marxismo es lo mismo. Son las causas vencedoras y bien planteadas las que vencen sobre las masas como las de Jesus y Marx. Nada de imposiciones. El marxismo es una explicacion historica y del capitalismo. Una revolucion social. El que quiera aceptarlo lo acepta, como al cristianismo.
Punto tres:
Decir que el feminismo es marxista es porque quieres desprestigiarlo a tu manera e insultarlo, pero no lo logras porque no es marxista y para muchos el hecho de ser marxistas es un elogio. Tener el repudio tuyo y los que piensen como tu’ es el exito de sus esfuerzos,
Chau Zampa. Gracias por participar (Admin).
exactamente como lo escribiria yo. bueo, no tan bonito
saludo marxista
cripton36- Veterano Plus
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Zampabol y Dorogoi.
Ambos habéis rebatido mi reflexión y/o rebatido vuestras propias objeciones a la misma. Así, en vez de efectuar la oportuna réplica a cada uno de vosotros por separado, intentaré matizar y explicar mejor lo expuesto respondiendo conjuntamente vuestras intervenciones.
Punto uno:
Por supuesto que yo no puedo saber "objetivamente" si Marx fue o no más inteligente que Jesucristo. Debatir sobre la "inteligencia" de ambos no es la cuestión que debería ocuparnos. Lo que pretendí señalar es que Marx sustituyó la promesa celestial de la teoría de liberación cristiana por una promesa terrenal (materialista o realista si se prefiere); Marx fue más inteligente, en el sentido de que "mejoró" la teoría de liberación del cristianismo reduciendo el tiempo de aplazamiento de las recompensas o, en cualquier caso, haciendo su teoría (más mundana) más creíble y accesible a las masas.
El cristianismo y el marxismo tienen que ver con muchas cosas, y nada que ver con otras; está claro que el cristianismo es una religión y el marxismo es una teoría socio-económica. Hasta aquí, supongo, todos estamos de acuerdo.
Ahora bien, en ambas cosmoviones que pretenden interpretar y comprender el mundo, subyace como fin último una promesa de vida o de esperanza: liberar o salvar a los seres humanos. ¿De qué pretenden salvar a la humanidad ambas cosmovisiones? Pues de la barbarie (inhumana) que impone el dominio de unos hombres sobre otros. La felicidad, en ambos casos, solo podrá alcanzarse tras la liberación del hombre por el hombre. Por esto, tanto el cristianismo como el marxismo, son humanismos.
¿Por qué nos habla Marx de alienación? ¿Qué son las máscaras sociales en el parecer de Marx?
Punto dos:
Acepto la corrección de Zampabol y matizaré mejor mi explicación. Por supuesto, ni el cristianismo primigenio predicado por Jesucristo ni la teoría marxista fueron impositores, a priori al menos.
Sin embargo, ambas cosmovisiones (vuelvo a insistir en esta terminología) reivindicaron la verdad de sus respectivas conciencias. Y desde el momento en que una conciencia se autoproclama como la única verdadera, está despreciando y negando al resto de conciencias.
Solo es cuestión de tiempo que una conciencia que se arrogue ser la única verdadera, buena y justa, acabe desenmascarando la prepotencia señorial inherente a su soberbia. Así, ya señalé como primer desenmascaramiento del cristianismo la airada acción de Jesucristo en el templo de los mercaderes. De la misma manera, cuando Marx reconoció que solo mediante una primera y necesaria dictadura proletaria el hombre podría ser posteriormente "reeducado" en la verdad socialista, estaba dejando la puerta abierta a lecturas e interpretaciones que justificaran y legitimaran imponer "su" verdad: cualquier medio sería válido por tal de conseguir un justo y universal fin último.
En este punto discrepo con Dorogoi cuando asevera que "nadie obliga a nadie". ¿En serio? La psicología social, a través de numerosos experimentos e investigaciones, y valiéndose del conocimiento de la dinámica de la conciencia postulado por Freud, nos descubre que hay muchas maneras de obligar a las conciencias individuales a ser lo que una intelligentsia o conciencia auténtica institucionalizada desee que sean. No solo la fuerza física puede actuar coercitivamente, sino que las conciencias individuales, convenientemente programadas, condicionadas y manipuladas psicológicamente, son susceptibles de ser obligadas a creer, desear y hacer aquello que sus "programadores" quieran que crean, deseen o hagan.
Punto tres:
En mi opinión, ni el feminismo es radicalmente marxista ni, como defiende Dorogoi, es una ideología que no tiene nada que ver con el marxismo.
Como dejé escrito:
¿Qué quiere decir que el feminismo se despoje de la hipocresía marxista?
Quiere decir que el marxismo ocultó su prepotencia señorial desde el principio, mostrándose como una teoría no supremacista ni dogmática, aunque en su propia esencia latía la soberbia de quienes se creían en posesión de la única verdad verdadera, buena y justa. El feminismo da un paso más hacia adelante y se desenmascara (desnuda sus pechos literalmente) y proclama, alto y claro, que él es la nueva verdad.
Zampabol ha posteado un significativo cartel que hace apología del feminismo:
Efectivamente, el feminismo se sirve de la dialéctica marxista, como en su día Marx se valió de la hegeliana. Pero el feminismo ya no es marxista, no radicalmente marxista, sino un nuevo supremacismo que ha sustituido la conciencia de clase por una nueva verdad o conciencia de sexo.
Muy ilustrador al respecto fue un cartel que en mi pueblo anunciaba una conferencia feminista y que decía así:
De esta manera, a través de una perversa ilusión de alternativas (mecanismo psicológico que obligar a elegir entre dos verdades antagónicas), el feminismo se proclama, como antes hicieran el marxismo y el cristianismo, como un nuevo humanismo; porque el humanismo es lo contrario a la barbarie, de la misma manera que la civilización (ciudad humanizada) es lo contrario a la provincia asilvestrada o bárbara.
Un saludo a todos.
Ambos habéis rebatido mi reflexión y/o rebatido vuestras propias objeciones a la misma. Así, en vez de efectuar la oportuna réplica a cada uno de vosotros por separado, intentaré matizar y explicar mejor lo expuesto respondiendo conjuntamente vuestras intervenciones.
Punto uno:
Por supuesto que yo no puedo saber "objetivamente" si Marx fue o no más inteligente que Jesucristo. Debatir sobre la "inteligencia" de ambos no es la cuestión que debería ocuparnos. Lo que pretendí señalar es que Marx sustituyó la promesa celestial de la teoría de liberación cristiana por una promesa terrenal (materialista o realista si se prefiere); Marx fue más inteligente, en el sentido de que "mejoró" la teoría de liberación del cristianismo reduciendo el tiempo de aplazamiento de las recompensas o, en cualquier caso, haciendo su teoría (más mundana) más creíble y accesible a las masas.
El cristianismo y el marxismo tienen que ver con muchas cosas, y nada que ver con otras; está claro que el cristianismo es una religión y el marxismo es una teoría socio-económica. Hasta aquí, supongo, todos estamos de acuerdo.
Ahora bien, en ambas cosmoviones que pretenden interpretar y comprender el mundo, subyace como fin último una promesa de vida o de esperanza: liberar o salvar a los seres humanos. ¿De qué pretenden salvar a la humanidad ambas cosmovisiones? Pues de la barbarie (inhumana) que impone el dominio de unos hombres sobre otros. La felicidad, en ambos casos, solo podrá alcanzarse tras la liberación del hombre por el hombre. Por esto, tanto el cristianismo como el marxismo, son humanismos.
¿Por qué nos habla Marx de alienación? ¿Qué son las máscaras sociales en el parecer de Marx?
Punto dos:
Acepto la corrección de Zampabol y matizaré mejor mi explicación. Por supuesto, ni el cristianismo primigenio predicado por Jesucristo ni la teoría marxista fueron impositores, a priori al menos.
Sin embargo, ambas cosmovisiones (vuelvo a insistir en esta terminología) reivindicaron la verdad de sus respectivas conciencias. Y desde el momento en que una conciencia se autoproclama como la única verdadera, está despreciando y negando al resto de conciencias.
Solo es cuestión de tiempo que una conciencia que se arrogue ser la única verdadera, buena y justa, acabe desenmascarando la prepotencia señorial inherente a su soberbia. Así, ya señalé como primer desenmascaramiento del cristianismo la airada acción de Jesucristo en el templo de los mercaderes. De la misma manera, cuando Marx reconoció que solo mediante una primera y necesaria dictadura proletaria el hombre podría ser posteriormente "reeducado" en la verdad socialista, estaba dejando la puerta abierta a lecturas e interpretaciones que justificaran y legitimaran imponer "su" verdad: cualquier medio sería válido por tal de conseguir un justo y universal fin último.
En este punto discrepo con Dorogoi cuando asevera que "nadie obliga a nadie". ¿En serio? La psicología social, a través de numerosos experimentos e investigaciones, y valiéndose del conocimiento de la dinámica de la conciencia postulado por Freud, nos descubre que hay muchas maneras de obligar a las conciencias individuales a ser lo que una intelligentsia o conciencia auténtica institucionalizada desee que sean. No solo la fuerza física puede actuar coercitivamente, sino que las conciencias individuales, convenientemente programadas, condicionadas y manipuladas psicológicamente, son susceptibles de ser obligadas a creer, desear y hacer aquello que sus "programadores" quieran que crean, deseen o hagan.
Punto tres:
En mi opinión, ni el feminismo es radicalmente marxista ni, como defiende Dorogoi, es una ideología que no tiene nada que ver con el marxismo.
Como dejé escrito:
El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante.
¿Qué quiere decir que el feminismo se despoje de la hipocresía marxista?
Quiere decir que el marxismo ocultó su prepotencia señorial desde el principio, mostrándose como una teoría no supremacista ni dogmática, aunque en su propia esencia latía la soberbia de quienes se creían en posesión de la única verdad verdadera, buena y justa. El feminismo da un paso más hacia adelante y se desenmascara (desnuda sus pechos literalmente) y proclama, alto y claro, que él es la nueva verdad.
Zampabol ha posteado un significativo cartel que hace apología del feminismo:
La revolución será feminista o no será
Efectivamente, el feminismo se sirve de la dialéctica marxista, como en su día Marx se valió de la hegeliana. Pero el feminismo ya no es marxista, no radicalmente marxista, sino un nuevo supremacismo que ha sustituido la conciencia de clase por una nueva verdad o conciencia de sexo.
Muy ilustrador al respecto fue un cartel que en mi pueblo anunciaba una conferencia feminista y que decía así:
Feminismo o barbarie.
De esta manera, a través de una perversa ilusión de alternativas (mecanismo psicológico que obligar a elegir entre dos verdades antagónicas), el feminismo se proclama, como antes hicieran el marxismo y el cristianismo, como un nuevo humanismo; porque el humanismo es lo contrario a la barbarie, de la misma manera que la civilización (ciudad humanizada) es lo contrario a la provincia asilvestrada o bárbara.
Un saludo a todos.
herrgoldmundo- Usuario super
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Fecha de inscripción : 01/06/2017
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
herrgoldmundo escribió:Hola Zampabol y Dorogoi.
Ambos habéis rebatido mi reflexión y/o rebatido vuestras propias objeciones a la misma. Así, en vez de efectuar la oportuna réplica a cada uno de vosotros por separado, intentaré matizar y explicar mejor lo expuesto respondiendo conjuntamente vuestras intervenciones.
Punto uno:
Por supuesto que yo no puedo saber "objetivamente" si Marx fue o no más inteligente que Jesucristo. Debatir sobre la "inteligencia" de ambos no es la cuestión que debería ocuparnos. Lo que pretendí señalar es que Marx sustituyó la promesa celestial de la teoría de liberación cristiana por una promesa terrenal (materialista o realista si se prefiere); Marx fue más inteligente, en el sentido de que "mejoró" la teoría de liberación del cristianismo reduciendo el tiempo de aplazamiento de las recompensas o, en cualquier caso, haciendo su teoría (más mundana) más creíble y accesible a las masas.
El cristianismo y el marxismo tienen que ver con muchas cosas, y nada que ver con otras; está claro que el cristianismo es una religión y el marxismo es una teoría socio-económica. Hasta aquí, supongo, todos estamos de acuerdo.
Ahora bien, en ambas cosmoviones que pretenden interpretar y comprender el mundo, subyace como fin último una promesa de vida o de esperanza: liberar o salvar a los seres humanos. ¿De qué pretenden salvar a la humanidad ambas cosmovisiones? Pues de la barbarie (inhumana) que impone el dominio de unos hombres sobre otros. La felicidad, en ambos casos, solo podrá alcanzarse tras la liberación del hombre por el hombre. Por esto, tanto el cristianismo como el marxismo, son humanismos.
¿Por qué nos habla Marx de alienación? ¿Qué son las máscaras sociales en el parecer de Marx?
Punto dos:
Acepto la corrección de Zampabol y matizaré mejor mi explicación. Por supuesto, ni el cristianismo primigenio predicado por Jesucristo ni la teoría marxista fueron impositores, a priori al menos.
Sin embargo, ambas cosmovisiones (vuelvo a insistir en esta terminología) reivindicaron la verdad de sus respectivas conciencias. Y desde el momento en que una conciencia se autoproclama como la única verdadera, está despreciando y negando al resto de conciencias.
Solo es cuestión de tiempo que una conciencia que se arrogue ser la única verdadera, buena y justa, acabe desenmascarando la prepotencia señorial inherente a su soberbia. Así, ya señalé como primer desenmascaramiento del cristianismo la airada acción de Jesucristo en el templo de los mercaderes. De la misma manera, cuando Marx reconoció que solo mediante una primera y necesaria dictadura proletaria el hombre podría ser posteriormente "reeducado" en la verdad socialista, estaba dejando la puerta abierta a lecturas e interpretaciones que justificaran y legitimaran imponer "su" verdad: cualquier medio sería válido por tal de conseguir un justo y universal fin último.
En este punto discrepo con Dorogoi cuando asevera que "nadie obliga a nadie". ¿En serio? La psicología social, a través de numerosos experimentos e investigaciones, y valiéndose del conocimiento de la dinámica de la conciencia postulado por Freud, nos descubre que hay muchas maneras de obligar a las conciencias individuales a ser lo que una intelligentsia o conciencia auténtica institucionalizada desee que sean. No solo la fuerza física puede actuar coercitivamente, sino que las conciencias individuales, convenientemente programadas, condicionadas y manipuladas psicológicamente, son susceptibles de ser obligadas a creer, desear y hacer aquello que sus "programadores" quieran que crean, deseen o hagan.
Punto tres:
En mi opinión, ni el feminismo es radicalmente marxista ni, como defiende Dorogoi, es una ideología que no tiene nada que ver con el marxismo.
Como dejé escrito:El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante.
¿Qué quiere decir que el feminismo se despoje de la hipocresía marxista?
Quiere decir que el marxismo ocultó su prepotencia señorial desde el principio, mostrándose como una teoría no supremacista ni dogmática, aunque en su propia esencia latía la soberbia de quienes se creían en posesión de la única verdad verdadera, buena y justa. El feminismo da un paso más hacia adelante y se desenmascara (desnuda sus pechos literalmente) y proclama, alto y claro, que él es la nueva verdad.
Zampabol ha posteado un significativo cartel que hace apología del feminismo:La revolución será feminista o no será
Efectivamente, el feminismo se sirve de la dialéctica marxista, como en su día Marx se valió de la hegeliana. Pero el feminismo ya no es marxista, no radicalmente marxista, sino un nuevo supremacismo que ha sustituido la conciencia de clase por una nueva verdad o conciencia de sexo.
Muy ilustrador al respecto fue un cartel que en mi pueblo anunciaba una conferencia feminista y que decía así:Feminismo o barbarie.
De esta manera, a través de una perversa ilusión de alternativas (mecanismo psicológico que obligar a elegir entre dos verdades antagónicas), el feminismo se proclama, como antes hicieran el marxismo y el cristianismo, como un nuevo humanismo; porque el humanismo es lo contrario a la barbarie, de la misma manera que la civilización (ciudad humanizada) es lo contrario a la provincia asilvestrada o bárbara.
Un saludo a todos.
gracias, dejas todo excelentemente aclarado. aunque sigas errado.
saludo marxista
cripton36- Veterano Plus
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Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Nietz, debes tener paciencia con nosotros los viejitos. Cripton tiene el problema del idioma y cuando escribe no es ordenado, màs bien es un reverendo desastre. Tiene las ideas claras para él pero le cuesta transferirlas a los demás. Es tarea tuya ordenar lo que escribe en cada post-telegrama y tratar de llegar a la conclusión de lo que quiere decir. No es fácil te diré, pero es coherente siendo que se basa en una teoría.Nietzscheano escribió:cripton36 escribió:te lei despacito y con detenimiento, porque me fuiste bien recomendado. pero mira que escribiste sandeces.
confundes SOCIALISMO con COMUNISMO
crees que la filosofia marxista es el MANIFIESTO COMUNISTA.
no entiendes nada sobre la aplicacion de la DIALECTICA MARXISTA
eres uno mas entre muchos tantos, que no puede separar al marx filosofico de el errado marx politico
era todo
saludo marxista
Esto es lo que yo llamo tirar la piedra y esconder la mano. cripton36, siempre te he visto criticar y ya, nunca expones de forma sistemática y ordenada y si acaso llegas a tirar un par de conceptos que no alcanzan a que nadie comprenda de qué rayos hablas.
De política no le hables porque està en las mismas condiciones desastrosas de todos, pero sobre las teorìas de Marx puedes ir tranquilo.
Deberìa existir un Google Translate de español-Cripton/Cripton-español. :roll:
Chau Nietz.
Dorogoi- Magna Cum Laude
-
Mensajes : 13980
Fecha de inscripción : 16/05/2017
Edad : 72
Localización : Earth planet
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Holaherrgoldmundo escribió:Hola Zampabol y Dorogoi.
Ambos habéis rebatido mi reflexión y/o rebatido vuestras propias objeciones a la misma. Así, en vez de efectuar la oportuna réplica a cada uno de vosotros por separado, intentaré matizar y explicar mejor lo expuesto respondiendo conjuntamente vuestras intervenciones.
Punto uno:
Por supuesto que yo no puedo saber "objetivamente" si Marx fue o no más inteligente que Jesucristo. Debatir sobre la "inteligencia" de ambos no es la cuestión que debería ocuparnos. Lo que pretendí señalar es que Marx sustituyó la promesa celestial de la teoría de liberación cristiana por una promesa terrenal (materialista o realista si se prefiere); Marx fue más inteligente, en el sentido de que "mejoró" la teoría de liberación del cristianismo reduciendo el tiempo de aplazamiento de las recompensas o, en cualquier caso, haciendo su teoría (más mundana) más creíble y accesible a las masas.
El cristianismo y el marxismo tienen que ver con muchas cosas, y nada que ver con otras; está claro que el cristianismo es una religión y el marxismo es una teoría socio-económica. Hasta aquí, supongo, todos estamos de acuerdo.
Ahora bien, en ambas cosmoviones que pretenden interpretar y comprender el mundo, subyace como fin último una promesa de vida o de esperanza: liberar o salvar a los seres humanos. ¿De qué pretenden salvar a la humanidad ambas cosmovisiones? Pues de la barbarie (inhumana) que impone el dominio de unos hombres sobre otros. La felicidad, en ambos casos, solo podrá alcanzarse tras la liberación del hombre por el hombre. Por esto, tanto el cristianismo como el marxismo, son humanismos.
¿Por qué nos habla Marx de alienación? ¿Qué son las máscaras sociales en el parecer de Marx?
Punto dos:
Acepto la corrección de Zampabol y matizaré mejor mi explicación. Por supuesto, ni el cristianismo primigenio predicado por Jesucristo ni la teoría marxista fueron impositores, a priori al menos.
Sin embargo, ambas cosmovisiones (vuelvo a insistir en esta terminología) reivindicaron la verdad de sus respectivas conciencias. Y desde el momento en que una conciencia se autoproclama como la única verdadera, está despreciando y negando al resto de conciencias.
Solo es cuestión de tiempo que una conciencia que se arrogue ser la única verdadera, buena y justa, acabe desenmascarando la prepotencia señorial inherente a su soberbia. Así, ya señalé como primer desenmascaramiento del cristianismo la airada acción de Jesucristo en el templo de los mercaderes. De la misma manera, cuando Marx reconoció que solo mediante una primera y necesaria dictadura proletaria el hombre podría ser posteriormente "reeducado" en la verdad socialista, estaba dejando la puerta abierta a lecturas e interpretaciones que justificaran y legitimaran imponer "su" verdad: cualquier medio sería válido por tal de conseguir un justo y universal fin último.
En este punto discrepo con Dorogoi cuando asevera que "nadie obliga a nadie". ¿En serio? La psicología social, a través de numerosos experimentos e investigaciones, y valiéndose del conocimiento de la dinámica de la conciencia postulado por Freud, nos descubre que hay muchas maneras de obligar a las conciencias individuales a ser lo que una intelligentsia o conciencia auténtica institucionalizada desee que sean. No solo la fuerza física puede actuar coercitivamente, sino que las conciencias individuales, convenientemente programadas, condicionadas y manipuladas psicológicamente, son susceptibles de ser obligadas a creer, desear y hacer aquello que sus "programadores" quieran que crean, deseen o hagan.
Punto tres:
En mi opinión, ni el feminismo es radicalmente marxista ni, como defiende Dorogoi, es una ideología que no tiene nada que ver con el marxismo.
Como dejé escrito:El feminismo se despoja de la hipocresía del marxismo, aunque la esencia del mismo subyace en su propia razón de ser, como veremos más adelante.
¿Qué quiere decir que el feminismo se despoje de la hipocresía marxista?
Quiere decir que el marxismo ocultó su prepotencia señorial desde el principio, mostrándose como una teoría no supremacista ni dogmática, aunque en su propia esencia latía la soberbia de quienes se creían en posesión de la única verdad verdadera, buena y justa. El feminismo da un paso más hacia adelante y se desenmascara (desnuda sus pechos literalmente) y proclama, alto y claro, que él es la nueva verdad.
Zampabol ha posteado un significativo cartel que hace apología del feminismo:La revolución será feminista o no será
Efectivamente, el feminismo se sirve de la dialéctica marxista, como en su día Marx se valió de la hegeliana. Pero el feminismo ya no es marxista, no radicalmente marxista, sino un nuevo supremacismo que ha sustituido la conciencia de clase por una nueva verdad o conciencia de sexo.
Muy ilustrador al respecto fue un cartel que en mi pueblo anunciaba una conferencia feminista y que decía así:Feminismo o barbarie.
De esta manera, a través de una perversa ilusión de alternativas (mecanismo psicológico que obligar a elegir entre dos verdades antagónicas), el feminismo se proclama, como antes hicieran el marxismo y el cristianismo, como un nuevo humanismo; porque el humanismo es lo contrario a la barbarie, de la misma manera que la civilización (ciudad humanizada) es lo contrario a la provincia asilvestrada o bárbara.
Un saludo a todos.
Punto dos,
Nadie obliga o impone nada en estos casos. Se puede decir que las masas se dejan llevar por el mainstream, pero uno puede negarse. Usando la retòrica se convence al pùblico, pero no es una imposición. En algunos momentos en la historia ambas corrientes fueron literalmente impuestas, obligando a la gente a seguirlas y respetarlas, pero eso es un problema político; individualmente uno puede elegir, obviamente si se està capacitado.
Punto tres,
Con esa deducción podemos decir que el feminismo tiene que ver también con el cristianismo porque sería un nuevo supremacismo que ha sustituido la diferencia entre gentiles y el pueblo elegido con la diferencia entre sexo masculino y femenino. Es muy genérico ponerlo de esa manera.
Saludos.
Dorogoi- Magna Cum Laude
-
Mensajes : 13980
Fecha de inscripción : 16/05/2017
Edad : 72
Localización : Earth planet
Re: Dialécticas de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo).
Hola Dorogoi.
Punto dos:
El marxismo está lleno de imposiciones. Recordemos que Marx, además de teórico, fue político. Como político, Marx asumió la necesidad de una dictadura proletaria, lo cual ya constituyó, de facto, un reconocimiento de la necesidad de imponer. Además, el marxismo reconoció explícitamente que para lograr la revolución proletaria sería necesario usar la violencia.
Tras el triunfo de la dictadura proletaria se suprimiría la propiedad privada (nueva imposición) y se aceptarían las directrices del nuevo estado socialista (otra imposición).
Y esto que señalo se reconoció a nivel político-teórico, porque en la praxis, como la historia ha demostrado, las imposiciones fueron mucho peores y sanguinarias.
Este carácter político de Marx (propuesta de un método operativo para consumar ideas) no se encontraba (que sepamos) en Jesucristo, a pesar de que ya señalé algún rasgo de la prepotencia enmascarada del nazareno. De hecho, Jesucristo fue despreciado por los "revolucionarios" de su época que no entendieron su propuesta de amor universal sin recurrir a la violencia. Marx no solo aceptó la necesidad de imponer, sino que dejó la puerta abierta, como ya señalé, para que los más díscolos conversos a la fe verdadera decidieran cómo hacerlo.
Punto tres.
Buen intento Dorogoi, pero el feminismo, llegados al punto concerniente al cómo hacer operativa la idea en la praxis, se distancia del cristianismo primigenio y converge con la teoría política de Marx, que no es otra que la del reconocimiento de la violencia para imponer una conciencia verdadera.
Como ya señalé, el feminismo primigenio, como el cristianismo, abogó por un pensamiento defensivo, pacífico y dialogante. Pero con el tiempo se tornó más dogmático, beligerante y revolucionario: marxista.
Las tres teorías de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo) acabaron apostando por la necesidad de imponer. Es cierto que en el caso del cristianismo nunca se habló de imponer explícitamente, al menos antes de que se forjara el gran poder de la Iglesia Católica. Pero en la teoría política de Marx (no confundir con la teoría socio-económica) sí se reconoció explícitamente la necesidad de imponer, como acabo de demostrar.
Un saludo.
Punto dos:
El marxismo está lleno de imposiciones. Recordemos que Marx, además de teórico, fue político. Como político, Marx asumió la necesidad de una dictadura proletaria, lo cual ya constituyó, de facto, un reconocimiento de la necesidad de imponer. Además, el marxismo reconoció explícitamente que para lograr la revolución proletaria sería necesario usar la violencia.
Tras el triunfo de la dictadura proletaria se suprimiría la propiedad privada (nueva imposición) y se aceptarían las directrices del nuevo estado socialista (otra imposición).
Y esto que señalo se reconoció a nivel político-teórico, porque en la praxis, como la historia ha demostrado, las imposiciones fueron mucho peores y sanguinarias.
Este carácter político de Marx (propuesta de un método operativo para consumar ideas) no se encontraba (que sepamos) en Jesucristo, a pesar de que ya señalé algún rasgo de la prepotencia enmascarada del nazareno. De hecho, Jesucristo fue despreciado por los "revolucionarios" de su época que no entendieron su propuesta de amor universal sin recurrir a la violencia. Marx no solo aceptó la necesidad de imponer, sino que dejó la puerta abierta, como ya señalé, para que los más díscolos conversos a la fe verdadera decidieran cómo hacerlo.
Punto tres.
Buen intento Dorogoi, pero el feminismo, llegados al punto concerniente al cómo hacer operativa la idea en la praxis, se distancia del cristianismo primigenio y converge con la teoría política de Marx, que no es otra que la del reconocimiento de la violencia para imponer una conciencia verdadera.
Como ya señalé, el feminismo primigenio, como el cristianismo, abogó por un pensamiento defensivo, pacífico y dialogante. Pero con el tiempo se tornó más dogmático, beligerante y revolucionario: marxista.
Las tres teorías de la liberación (cristianismo, marxismo y feminismo) acabaron apostando por la necesidad de imponer. Es cierto que en el caso del cristianismo nunca se habló de imponer explícitamente, al menos antes de que se forjara el gran poder de la Iglesia Católica. Pero en la teoría política de Marx (no confundir con la teoría socio-económica) sí se reconoció explícitamente la necesidad de imponer, como acabo de demostrar.
Un saludo.
herrgoldmundo- Usuario super
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